lunes, 25 de febrero de 2019

La República española. Mentiras de los comunistas ( I )



Las mentiras que han vertido, y vierten, los comunistas sobre la II República Española siguen y siguen. No quieren comprender que la República que querríamos los españoles sería la del respeto a todas las libertades y  discrepancias; la que permita distintas alternativas de poder dentro de una amplia gama de matices ideológicos; la que atienda las verdaderas necesidades de la sociedad por medio de la propuesta, debate y votación. No querríamos la República de partido único en la que no se permitan disidencias organizadas. En una palabra: no querríamos la república de bozal y grillete, y la de oir, ver y callar al estilo soviético, que era la que se quería implantar en España.

Decía un pedante marxista infumable sobre la citada república que “se abría para España la posibilidad de un régimen democrático que realizase las reformas progresistas que se habían ejecutado en los países de la Europa nórdica y occidental”.

Todo mentira. Nunca se miró para los citados países. Durante la campaña electoral del año 1.936, Largo Caballero decía: “Establecida la república, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando yo hablo de socialismo, no hablo de socialismo a secas, hablo del socialismo marxista”.

Cuando se elaboró la Constitución de 1.931,  Jiménez de Asúa, izquierdista y republicano, “citó las Constituciones elegidas como modelos: la de Méjico de 1.917 y la de Rusia de 1.918 a las que denomina constituciones madres”.

Conviene leer la obra del comunista Castro Delgado, organizador del Quinto Regimiento, intitulada “Hombres made in Moscú”, donde se habla de construir el socialismo. Este libro lo tenemos comentado en este blog con fechas 23, 25, 26, 27, 28 y 29 de noviembre de 2017.

El 14 de Marzo de 1.936 en la reunión de las primeras Cortes, el diputado comunista Vicente Uribe levanta el puño y comienza a cantar “La Internacional”.

En Julio de 1.933 nace la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.

Los manifestantes del 1º de Mayo en Sevilla pidieron el desarme de las tropas y el reconocimiento de la URSS.

El 21 de Diciembre de 1.936, el Jefe de Gobierno, Largo Caballero, el Lenin  español, recibe una carta fraternal de Stalin, Vorochilov y Molotov dándole cuatro consejos sobre la forma de llevar la revolución en España.

En un cartel editado por Izquierda Republicana (partido de Azaña) aparece el emblema marxista de la hoz y el martillo.

En algunas calles se colocó el rótulo de “Avenida de Rusia”.

Como se ve, no aparecen por ningún sitio alusiones a Suecia, Noruega y Finlandia.

Nos imaginamos que en estos países no se amenazasen de muerte sus diputados, como estaba ocurriendo en España. (“Usted ha hablado por última vez”, o “Si se cumple la justicia del pueblo, su Señoría morirá con los zapatos puestos”).

Y sigue el pedante marxista hablando sobre la enseñanza diciendo y comentando sobre la construcción de millares de escuelas durante la República. Salvador de Madariaga que, como sabe fue, entre otras cosas, Ministro de Instrucción Pública, no opina lo mismo. Cuando fue nombrado para el ministerio de Educación, en la primavera de 1.934, había en España “10.500 maestros sin escuela y 10.500 escuelas sin maestro”. A los dirigentes republicanos se les planteó un problema, que ellos mismos buscaron: querían desalojar a la Iglesia del campo educativo. Esto llevó a que “entre 350.000 y 700.000 niños cayeran bajo la responsabilidad del Ministerio de Instrucción Pública”. Sobre este tema también comenta el señor Madariaga: “el primer ministro de Instrucción de la República, el maestro catalán Marcelino Domingo, creó 7.000 escuelas sobre el papel, 3.000 en realidad”.

Y continúa el pedante calificando a Gil Robles, jefe político de la CEDA, de fascista y justifica la Revolución del 34 diciendo que “no fue tanto un intento revolucionario como tratar de impedir el acceso al poder del fascismo por la vía legal”.

No se comprende muy bien cómo un señor encargado de elaborar , junto a otros, el proyecto de la Constitución del 31, pueda ser calificado de fascista, teniendo en cuenta,  como se dijo anteriormente, lo de la Constitución madre de Rusia de 1.918. El programa político de la CEDA “preconizaba un equilibrio en el enfoque de los problemas sociales mediante la intervención limitada del Estado”.  Por otra parte, Gil Robles “se opuso vivamente a que la CEDA participara en el alzamiento militar del 18 de Julio”.

Otra cosa que no se comprende es que, para evitar el acceso del fascismo, se haya tenido que constituir el Ejército Rojo, según el Bando publicado por el Comité Revolucionario de fecha 9 de octubre de 1.934 y también, entre otras cosas, quemar bibliotecas.

El pedante marxista sigue con sus disparates comparando el Frente Popular español con el Frente Popular francés diciendo que ambos aplicaron un programa de izquierda moderada muy semejante.

Veamos un pasquín del Frente Popular, que circulaba por Francia,  en el que se aludía a la capacidad del comunismo “para absorber a sus aliados circunstanciales”. Decía así:

“LE FRONT POPULAIRE ¡Francais!, si vous voulez être mangés par les communistes, marchez et votez avec les radicaux-socialistes, ou les socialistes!”.

Este sujeto omite, entre otras muchísimas cosas, por ejemplo,  las ocho condiciones lanzadas por el PCE el 18 de Diciembre de 1.936 para ganar la guerra ¿Acaso no tenía que ser el Gobierno quien dijese qué era  lo que había que hacer para conseguir la victoria?  Lo que sucedió fue que el PCE, apoyado por la URSS, se tomó unas atribuciones que no le correspondían a tenor de los 15 diputados que tenía en el Parlamento.

La influencia soviética, por mucho que lo nieguen, era pública y manifiesta. Tan pública que en la Puerta de Alcalá había un gigantesco rótulo con “¡Viva la URSS!”, con las fotos de Stalin, Vorochilov y Molotov. También había muchas fotos de Lenin en las carteleras que había en la Puerta del Sol.

El republicano Salvador de Madariaga, a su regreso del exilio en 1.976, manifestó lo siguiente:

“El Partido Comunista no tiene derecho a participar en sistemas democráticos porque en ningún país en el que ha alcanzado el poder ha permitido la democracia”.

El mismo pedante marxista afirmaba que “la quema de iglesias y conventos fue a causa de una provocación monárquica y en ella participaron no sólo provocadores pagados por la oligarquía, sino también el mecánico Rada. . .”

Esta brutalidad la comentaremos en un próximo artículo.

Continuará.




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