Las mentiras que han vertido, y vierten, los comunistas sobre la II
República Española siguen y siguen. No quieren comprender que la República que
querríamos los españoles sería la del respeto a todas las libertades y discrepancias; la que permita distintas
alternativas de poder dentro de una amplia gama de matices ideológicos; la que
atienda las verdaderas necesidades de la sociedad por medio de la propuesta,
debate y votación. No querríamos la República de partido único en la que no se
permitan disidencias organizadas. En una palabra: no querríamos la república de
bozal y grillete, y la de oir, ver y callar al estilo soviético, que era la que
se quería implantar en España.
Decía un pedante marxista infumable sobre la citada república que “se abría para España la posibilidad de un
régimen democrático que realizase las reformas progresistas que se habían
ejecutado en los países de la Europa nórdica y occidental”.
Todo mentira. Nunca se miró para los citados países. Durante la
campaña electoral del año 1.936, Largo Caballero decía: “Establecida la república, nuestro deber es traer el socialismo. Y
cuando yo hablo de socialismo, no hablo de socialismo a secas, hablo del
socialismo marxista”.
Cuando se elaboró la Constitución de 1.931, Jiménez de Asúa, izquierdista y republicano, “citó las Constituciones elegidas como
modelos: la de Méjico de 1.917 y la de Rusia de 1.918 a las que denomina constituciones madres”.
Conviene leer la obra del comunista Castro Delgado, organizador del
Quinto Regimiento, intitulada “Hombres
made in Moscú”, donde se habla de construir el socialismo. Este libro lo
tenemos comentado en este blog con fechas 23, 25, 26, 27, 28 y 29 de noviembre
de 2017.
El 14 de Marzo de 1.936 en la reunión de las primeras Cortes, el
diputado comunista Vicente Uribe levanta el puño y comienza a cantar “La Internacional”.
En Julio de 1.933 nace la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.
Los manifestantes del 1º de Mayo en Sevilla pidieron el desarme de las
tropas y el reconocimiento de la URSS.
El 21 de Diciembre de 1.936, el Jefe de Gobierno, Largo Caballero, el
Lenin español, recibe una carta
fraternal de Stalin, Vorochilov y Molotov dándole cuatro consejos sobre la
forma de llevar la revolución en España.
En un cartel editado por Izquierda Republicana (partido de Azaña)
aparece el emblema marxista de la hoz y el martillo.
En algunas calles se colocó el rótulo de “Avenida de Rusia”.
Como se ve, no aparecen por ningún sitio alusiones a Suecia, Noruega y
Finlandia.
Nos imaginamos que en estos países no se amenazasen de muerte sus
diputados, como estaba ocurriendo en España. (“Usted ha hablado por última vez”, o “Si se cumple la justicia del
pueblo, su Señoría morirá con los zapatos puestos”).
Y sigue el pedante marxista hablando sobre la enseñanza diciendo y
comentando sobre la construcción de millares de escuelas durante la República. Salvador
de Madariaga que, como sabe fue, entre otras cosas, Ministro de Instrucción
Pública, no opina lo mismo. Cuando fue nombrado para el ministerio de
Educación, en la primavera de 1.934, había en España “10.500 maestros sin escuela y 10.500 escuelas sin maestro”. A los
dirigentes republicanos se les planteó un problema, que ellos mismos buscaron:
querían desalojar a la Iglesia del campo educativo. Esto llevó a que “entre 350.000 y 700.000 niños cayeran bajo
la responsabilidad del Ministerio de Instrucción Pública”. Sobre este tema
también comenta el señor Madariaga: “el
primer ministro de Instrucción de la República, el maestro catalán Marcelino
Domingo, creó 7.000 escuelas sobre el papel, 3.000 en realidad”.
Y continúa el pedante calificando a Gil Robles, jefe político de la
CEDA, de fascista y justifica la Revolución del 34 diciendo que “no fue tanto un intento revolucionario como
tratar de impedir el acceso al poder del fascismo por la vía legal”.
No se comprende muy bien cómo un señor encargado de elaborar , junto a
otros, el proyecto de la Constitución del 31, pueda ser calificado de fascista,
teniendo en cuenta, como se dijo
anteriormente, lo de la Constitución madre de Rusia de 1.918. El programa
político de la CEDA “preconizaba un
equilibrio en el enfoque de los problemas sociales mediante la intervención
limitada del Estado”. Por otra
parte, Gil Robles “se opuso vivamente a
que la CEDA participara en el alzamiento militar del 18 de Julio”.
Otra cosa que no se comprende es que, para evitar el acceso del
fascismo, se haya tenido que constituir el Ejército Rojo, según el Bando
publicado por el Comité Revolucionario de fecha 9 de octubre de 1.934 y
también, entre otras cosas, quemar bibliotecas.
El pedante marxista sigue con sus disparates comparando el Frente
Popular español con el Frente Popular francés diciendo que ambos aplicaron un
programa de izquierda moderada muy semejante.
Veamos un pasquín del Frente Popular, que circulaba por Francia, en el que se aludía a la capacidad del
comunismo “para absorber a sus aliados
circunstanciales”. Decía así:
“LE FRONT POPULAIRE
¡Francais!, si vous voulez être mangés par les communistes, marchez et votez
avec les radicaux-socialistes, ou les socialistes!”.
Este sujeto omite, entre otras muchísimas cosas, por ejemplo, las ocho condiciones lanzadas por el PCE el 18
de Diciembre de 1.936 para ganar la guerra ¿Acaso no tenía que ser el Gobierno
quien dijese qué era lo que había que
hacer para conseguir la victoria? Lo que
sucedió fue que el PCE, apoyado por la URSS, se tomó unas atribuciones que no
le correspondían a tenor de los 15 diputados que tenía en el Parlamento.
La influencia soviética, por mucho que lo nieguen, era pública y
manifiesta. Tan pública que en la Puerta de Alcalá había un gigantesco rótulo
con “¡Viva la URSS!”, con las fotos
de Stalin, Vorochilov y Molotov. También había muchas fotos de Lenin en las
carteleras que había en la Puerta del Sol.
El republicano Salvador de Madariaga, a su regreso del exilio en
1.976, manifestó lo siguiente:
“El Partido Comunista no
tiene derecho a participar en sistemas democráticos porque en ningún país en el
que ha alcanzado el poder ha permitido la democracia”.
El mismo pedante marxista afirmaba que “la quema de iglesias y conventos fue a causa de una provocación
monárquica y en ella participaron no sólo provocadores pagados por la
oligarquía, sino también el mecánico Rada. . .”
Esta brutalidad la comentaremos en un próximo artículo.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario