El stock de rateros que circulan por esta Patria
nuestra . . ., bueno, de algunos, ha aumentado de forma espectacular, y de modo
particular, entre la casta política, ya sean alcaldillos, concejalillos,
senadorcillos, diputadillos, presidentillos de autonomías, e incluso entre las
más altas instancias de la política.
Lo “didimoso” del caso es que para que estos
raterillos se hayan salido con la suya, no les ha faltado más que exhibir su
parentesco, ya sea familiar o ideológico, con ciertos personajillos de tres al
cuarto que, no se sabe muy bien por qué, alguien los ha aupado hasta las cimas
de la casta política, siendo unos auténticos haraganes, ineptos e ignorantes.
Pero, claro, oiga, por esto no “indigna” a nadie.
Por otra parte, ahí tenemos a algún que otro miembro de la “raleaza” con sus “asuntos” y trapicheos. Lo que no se sabe, o no nos dicen, es hasta donde llega la implicación. Y por esto tampoco se “indigna” nadie.
Por otra parte, ahí tenemos a algún que otro miembro de la “raleaza” con sus “asuntos” y trapicheos. Lo que no se sabe, o no nos dicen, es hasta donde llega la implicación. Y por esto tampoco se “indigna” nadie.
Tampoco se “indigna” nadie por lo que nos cuesta esta
casta que nos gobierna, o desgobierna, con 18 gobiernos, 47 diputaciones, 7
cabildos, más de ocho mil alcaldillos y concejalillos, un inútil e inservible
senado, más la no menos inservible “raelaza”, amén de algún que otro
chiringuito. Todo esto nos lleva a la cifra de 80.000 personas que componen
todo este “complexo”, más tres millones de funcionarios públicos. Así hemos
llegado a la situación actual: a un desastre económico del que no se sabe muy
bien cómo vamos a salir.
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