En junio de 1953 tuvo lugar
en Alemania Oriental una masacre comunista. Se cumple este mes el sexagésimo séptimo
aniversario de dicha masacre.
La gente se lanzó a la calle
con los gritos de “No queremos ser
esclavos. Queremos la libertad”; “Abajo los cupos de trabajo”; “Todos los
alemanes unidos”, etc, manifestándose los trabajadores ante el edificio del
antiguo Ministerio del Aire del mariscal Göering. Viendo que tanto el primer
ministro Grottewohl, como el viceprimer ministro Walter Ulbricht (el Lenin alemán)
no aparecían ante los manifestantes, éstos comenzaron a gritar hasta que
apareció Fritz Selbmann, ministro de Minas y Siderurgia. No conformes con este
personaje, declararon un ultimátum:
“Si Ulbricht o Grottewohl no han comparecido ante nosotros
antes de mañana por la mañana a primera hora, garantizándonos mejores cupos de
trabajo y más alimentos, declararemos la huelga general. Ya hemos tenido
bastante”.
Al día siguiente de estos
incidentes, el miércoles 17 de junio de 1.953, varios berlineses murieron al
ser tomadas las calles por tropas rusas que ametrallaron a los manifestantes,
que gritaban “¡Abajo el comunismo!”,
“¡Iván, vuelve a tu casa!”, “¡Queremos elecciones libres y una Alemania
Unida!”.
El jueves 18, la Agencia
soviética ADN anuncia “la ejecución
sumarísima de un berlinés acusado de sabotaje”. Se le acusa, ¡como no!, de
actuar “en beneficio de un servicio de
información extranjero”. La víctima se llamaba Willy Goetting.
Ese mismo día en Magdeburgo
hubo 20 muertos entre los manifestantes anticomunistas que se enfrentaron a los
tanques soviéticos.
El órgano oficial del partido
comunista, “Neues Deutschland, en un editorial dice que los incidentes han sido
desencadenados “por provocadores occidentales”.
Reconociendo que hubo disparos durante las manifestaciones, el citado periódico
continúa:
“Mucha gente se pregunta si era necesario. Era
necesario porque había que enseñar a los traficantes de guerra del Oeste una
lección decisiva. Era necesario en el interés nacional del pueblo alemán para impedir
a Alemania se dirija a la catástrofe por tercera vez”.
¡Pensar que aún hoy, sesenta y
siete años después, hay quien defienda todo este terror y todo este horror y
que todavía se atreven a sacar pecho
diciendo que lucharon y que luchan por las libertades y la democracia y que
tienen el cinismo de llamar asesinos a
los miembros de un partido que les da ciento y raya en democracia y
libertad y que, por supuesto, no ha sacado los tanques a la calle para reprimir
ninguna manifestación de trabajadores. . .!.
¡Pensar que están clamando por un sistema que representa a la vez la
esclavitud política y económica, a pesar de haberse comprendido con nitidez sus
mentiras y sus falacias . . .!
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