sábado, 27 de junio de 2020

Barata logomaquia



Suponemos que recordarán aquella serie de TVE de hace casi cuarenta años intitulada “Cosmos”, impulsada por el astrónomo y astrofísico  norteamericano Carl Sagan (1934-1996). Autor de varios libros sobre el Cosmos, este ateo confeso pronunció en su día una frase un tanto incoherente para su ateísmo: “La ausencia de pruebas no es prueba de ausencia”.

 Es decir, que si de algo no se tienen pruebas o no se ha demostrado nada, no quiere decir que no exista.  Por otra parte, y curiosamente, los ateos derivados del marxismo, tan filósofos y científicos ellos, dicen todo lo contrario. El fanatismo y la cortedad quedan aquí reflejados.  La prueba de esto la tenemos en las palabras de Yuri Gagarin que, al regresar de su viaje espacial en abril de 1961, dijo aquello de “No he visto a Dios por ninguna parte”.


Desde luego, estas palabras chocan frontalmente con lo que opinaban verdaderos sabios y científicos, como los Isaac Newton, Blas Pascal, Werner von Braun, Einstein y un larguísimo etc., que eran creyentes.  La frase del astronauta es producto de un plan antirreligioso, más que científico, propio de aquellos años en los que existía la Unión Soviética. Conviene recordar aquí aquella frase de Lenin: “Toda referencia a Dios es un autovómito despreciable”.


Por otra parte, el astrónomo inglés Stephen Hawking,  premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el año 1989, manifestó en su día que “El triunfo definitivo de la razón humana sería llegar a conocer el pensamiento de Dios”.


Vamos a ver, señor Hawking: el pensamiento de Dios lo tiene usted en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Y si no ha leído el Libro Sagrado, parece mentira para usted que no se asombre  tanto del macrocosmos como del microcosmos, viendo aquí a Dios ¿Acaso no se da cuenta de que, por ejemplo, el ser más pequeño unicelular que se pueda imaginar es muchísimo más complejo que el ordenador más potente que pueda usted tener?  ¿No le cuesta creer, señor Hawking, que el Cosmos sea producto de la casualidad y no tenga un fin en sí mismo?


Cuando los científicos puedan  hacer y dar vida a una célula sacándola de la nada, avise. 


Además de lo expuesto, hay un asunto que es elemental: el pensar bien. Se  tienen por verdades las cosas que dicen filósofos, científicos, pensadores e incluso los “famosos” del “Ente”. Ya sabemos que para muchas personas el último dictamen lo constituye precisamente lo dicho por el citado “Ente”.


Los mentados filósofos, científicos, etc, pueden decir muchas cosas ciertas, pero también pueden equivocarse y decir verdaderas burradas. Y aquí es donde hay que pensar bien, es decir, dirigir y orientar el entendimiento para conocer la verdad, que no es otra cosa que la realidad de las cosas, salvo que digan lo que Lenin decía cuando le comunicaban que la realidad no estaba de acuerdo con su doctrina: “Lo siento por la realidad”.


Muchas veces se transmiten conocimientos con una profundidad aparente que cautivan a la gente, pero esa “profundidad”  no es más que barata logomaquia, propia de personas loquinarias y tarúpidas.


Vean este montaje que hemos hecho con varias imágenes del Cosmos y de la Tierra, acompañadas de la música de la Sinfonía nº.6 “Pastoral”, de Beethoven. Como recordarán, esta sinfonía la “situó” Walt Disney en el Olimpo, en su película  “Fantasía”. Según otras opiniones tal “situación” fue obra de Leopold Stokowski, que dirigía la Orquesta de Filadelfia que se ve al comienzo del citado filme “Fantasía”. Nosotros, modestamente,  vamos a situarla “un poco” más arriba del Olimpo.



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