Hay personas que se autocalifican de “demócratas”,
pero no lo son porque, entre otras cosas, son votantes de lo “políticamente
correcto”. Hay otras que se definen muy “creativas”, gran dogma en este tiempo de imaginación cero. Hay otras que dicen que
son muy “deportistas”, ya sean senderistas o partidarias de aventuras
programadas. A otras les gusta el cine de estreno, aunque pongan el mayor
"cayu". Otras son fanáticas adoratrices y defensoras de la “kurtura”,
pero sólo leen lo que les manda el partido y deducen lo que les dicen que deben
deducir y deducen que deducen.
Otras van a museos, y otras
adoran "las virtualidades domóticas". Otras dicen que viajan mucho
porque consideran que es una actividad muy importante porque abre la mente y “mejora
el criterio”. Otras son progresistas y anticapitalistas, pero tienen suntuosas
mansiones y cochazos de lujo, estando muchas veces pensando en vender el
"adosado".
Otras dicen que son ecologistas
“diurético-ambientales”, odiando e ignorando el átomo, del que no saben más que
lo que les dicen cuatro panfletos, y muchas de ellas dicen que reciben “vibraciones”.
Otras se consideran y se proclaman individualistas, - en el buen sentido, según
dicen - y sin embargo actúan siempre de forma gregaria y "pastueña".
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