jueves, 18 de junio de 2020

Memoria histórica. El capitalista Saramago



Tal día como hoy 18 de junio, pero de 2010, fallecía en Tías (Lanzarote), el novelista comunista portugués José de Sousa Saramago. En el mes de abril de aquel año, la Audiencia Nacional dictaminó que el Nobel comunista Saramago, tenía que pagar a España 718 mil euros, correspondientes a los ejercicios fiscales de los años 1.997 al 2.000, aunque se dijo que estos impuestos de estos años los había pagado en Portugal, su país natal.


La verdad es que este personaje vivía permanentemente en Lanzarote, isla de la que era hijodaoptivo, por lo que la Audiencia dijo que ante quien tenía que responder era ante el fisco español, y no el portugués. Su abogado dijo que “tenía su centro de intereses vitales y económicos en Portugal, en donde Saramago declaró, interrumpidamente, la totalidad de sus ingresos”.

La Hacienda de España dijo que esta persona tenía su domicilio aquí, estando en posesión de la tarjeta de residente en nuestro país. Además, estaba empadronado en Canarias y, por si fuera poco, percibía ingresos procedentes de la Universidad Menéndez Pelayo, de la Complutense de Madrid y del periódico El País.

Por si fuera poco también, todo esto, cuando en 1998 se le entregó el Premio Nóbel, se aludió a que tenía su residencia en España, concretamente en Lanzarote, dato este que fue reconocido por su viuda, Pilar del Río, reconociendo también que vivían aquí desde 1.993, y reconociendo asimismo que tenían una casa y dos fincas colindantes.

Pregunta: ¿qué patrimonio tan brutal y tan rico tendría este comunista capitalista (perdonen por el oxímoron), para deber al fisco español  setecientos y pico mil euros? . . . Ya saben: “lo mío, mío, y lo de los demás a medias”.

Y para terminar, insertamos estas palabras pronunciadas por él:

«No creo en Dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la Historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y además soy buena persona».


En fin, sin comentarios.



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