lunes, 25 de marzo de 2019

Fanatismo y cerrazón ( y I I I )



Como decíamos en la anterior entrega, el “pidgin” establecido en medio mundo por el marxismo, constituye un credo básico que no admite la más mínima discusión, credo que ejerce una influencia nefasta y perniciosa sobre la política y la economía. Así, por ejemplo, cuando en una democracia, por las razones que sean, hay reformas de carácter autoritario, los marxistas se levantan de las patas de atrás convocando todo tipo de revuelos. Pero si tales reformas se hacen en un sistema comunista, automáticamente quedan justificadas y no dicen ni mu, aunque después se demuestre que tales reformas han sido inútiles o no se puedan llevar a la práctica.

Por otra parte, la influencia de este credo marxista también se pone de manifiesto en los nacionalismos, con sus visiones históricas, la mayor parte de ellas totalmente falseadas.

Este “pidgin” marxista obnubila, ofusca e inocula tal fanatismo que, por poner un ejemplo, la gente llega a creer que la libertad de prensa no vale para nada,  o que la democracia es inservible.
Lo curioso es que este fanatismo y cerrazón hacen olvidar el pasado terrorífico  de esta ideología. Y ese olvido está perfectamente pergeñado por los “historieteros” de nómina y bien “pagaos”, con sus transfiguraciones rayanas en el delirio.

Todo esto lleva a que, de una manera directa o indirecta, se haga el juego a todo este entramado que induce a la guerra (si es civil mejor que mejor), a la violencia y a la destrucción de la sociedad.
Y terminamos con una de las muchas incongruencias e incoherencias del comunismo: aprovechándose de la libertad y democracia que existen en los países, se pasan el día hablando de la independencia de los tres poderes, cuando en todo país comunista al poder ejecutivo no se le permite la menor objeción y crítica, lo mismo que tampoco se permite contra sus actuaciones y acciones por otros poderes porque sencillamente no los hay. Si alguien osase criticar lo más mínimo, la represión sería brutal.

En fin, el fanatismo y la cerrazón aún siguen campando por sus respetos dentro de los “muros de la Patria mía”.



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