domingo, 24 de marzo de 2019

Fanatismo y cerrazón ( I I )



La docilidad y subordinación que mucha gente manifiesta ante el marxismo, a pesar de su inviabilidad como quedó sobradamente demostrado en la desaparecida URSS, es poco menos que demencial.

Curiosamente, el peso del marxismo se nota en aquellas naciones, o en aquellas sociedades, que no están bajo la influencia o la presión del comunismo, presión e influencia que ejerce a través de movilizaciones, huelgas sin sentido, violencias y también con las monsergas de siempre, sobre la que destaca que los males que padece la humanidad son debidos al “sistema” de  los países capitalistas e industrializados que explotan a los trabajadores.  Pero si el “sistema” beneficia a dichos trabajadores con leyes, normas y reglamentos que no hay en ningún país comunista, entonces dicho “sistema” corrompe al proletariado. Es decir, que no hay posibilidad de mejorarlo. La única mejora es su destrucción, que es en realidad lo que buscan, aunque aún no quieran reconocer que su “sistema” no lo destruyó nadie, sino que él mismo se derrumbó como un edificio con carcoma.

También hablan de “cambiar la sociedad capitalista”, cuando las sociedades comunistas  presentan unos defectos incorregibles, defectos que han provocado precisamente el derrumbe del comunismo.

Otro slogan es lo del “imperialismo”, que proviene ¡cómo no! del capitalismo, y de que los EE.UU. son el paradigma.

Estos slóganes y demás tópicos del marxismo,  son una especie  de “pidgin” ( I ) que está establecido por medio mundo, constituyendo todo un credo básico que no admite la mínima discusión.

( I ).- “Pidgin” es una especie de lengua que es usada por personas que no tienen una lengua común.  Está basada en la combinación de aspectos morfológicos y fonéticos de una lengua con otra sin tener, obviamente, normas sintácticas y gramaticales.

Continuará.



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