lunes, 25 de marzo de 2019

Los famosos de illo tempore



Sí, en aquellos años, y no hace mucho tiempo, cuando alguien nombraba o mentaba a algún famoso, se estaba refiriendo a una persona que había destacado por algo importante desde el punto de vista histórico o científico, sobresaliendo, por ejemplo, en la ciencia, en el arte, en la política, etc. Es decir, se hablaba de personas famosas porque podían ganar un premio Pulitzer, un Nobel u ocupar un asiento en cualquier Academia. También podía ser doctor honoris causae, pero a la vista de algunos “honoriscausados” recientemente, creemos que esto ya no es tan importante.

Pero hoy, cuando el pueblo soberano habla de “famosos”, se refiere a toda esa bazofia que aparece en los “mass-media” para contarnos sus liposucciones, sus escándalos de pareja, sean de “lecho”, del mismo sexo o de distinto, sus exhibiciones anatómicas remachadas con sus piruetas sexuales, aunque también hay “famosos”, estafadores y mangantes, políticos y no políticos, que pululan por esta tierra hispánica con una sonrisa de oreja a oreja, para más INRI.

Para el “ente” televisivo, esto es una auténtica ganga-bicoca, es una especie de gallina de los huevos de oro. El “ente” cuenta con un grupo debidamente aleccionado, cuyos componentes dicen de sí mismos que son comentaristas, periodistas, reporteros, informadores, etc., y son los que se encargan de propagar y expandir a los cuatro vientos, las más obscenas y sórdidas facetas de esta fauna de “famosos”, debidamente presentados en los programas-basura y dirigidos por un cicerone, o maestro de ceremonias, que hacen que los espectadores se queden embobados. Es la realidad, dicen algunos. Sí, claro que es la realidad: se presentan en el “ente” “voluntariamente” previo pago de una millonada que paga el “pueblo soberano”. Pero éste ni se entera.

Y no hablemos del lenguaje que emplean: grosero, impúdico y obsceno. Es un lenguaje contracultural que tiene vínculos con el sexo, la droga, el alcohol y la religión. Así se dice “darse caña”, “ir al picadero”, “rayarse”, etc.

Todo este “vocabulario”, obviamente, incide e influye sobre los jóvenes. Así, en los “botellódromos”, se pueden oir  los no menos “famosos” nombres con que bautizan a las combinaciones de bebidas alcohólicas, tales como “bájame las bragas”, “tócame los huevos”, “paja de cura”, “orgasmo de monja”, etc.

En fin, sin comentarios.



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