viernes, 22 de marzo de 2019

Fanatismo y cerrazón ( I )



Pocos saben, y sobre todo las masas, que en un sistema comunista totalitario, valga la redundancia, serían apartadas y excluidas del poder, quedando sometidas y dominadas por la “nomemklatura” y los burócratas del partido. Esta es la pura y sencilla realidad, por mucho que se esfuercen diciendo lo contrario.

Como todos los partidos políticos, el objetivo de los comunistas en conseguir y tomar el poder. Pero hay una diferencia: la forma de servirse del poder, que termina pisoteando libertades y derechos de los ciudadanos.

Cuando se celebró el famoso XX Congreso del PC de la destartalada URSS allá por el año 1956, Kruschev atacó a Stalin, ya fallecido, denunciado a este tirano y criminal por la represión que había ejercido. Con motivo de este congreso, y por lo que se dijo en él, hubo ilusos ilusionados que creyeron que era posible otro comunismo distinto del practicado y ejercido por “Koba el temible”, por “El padre de todos los pueblos”, por “El guía de la humanidad radiante”, por “El hombre que más amamos”, o como diría el criminal Carrillo, “Cada día que pasa el mayor mi amor por el gran Stalin”.

La verdad es que lo que fue el estalinismo, es en realidad la esencia del comunismo. El cínico y también criminal Kruschev, lanzó los tanques sobre Hungría al poco tiempo de pronunciar el discurso contra Stalin. En una palabra: el sistema no cambia. Lo único que cambia es el rigor, sea de mayor o menor envergadura, con el que se aplica la doctrina. Stalin fusilaba a mansalva e internaba a la gente en “gulags”. Kruschev, por el contrario, no fusilaba, pero enviaba tanques para reprimir las ansias de libertad del pueblo húngaro. También Breznev hizo lo mismo.

Por otra parte, también durante el período de estos dos sujetos continuó el sistema con el terror del aparato policíaco, que seguía arrestando a la gente arbitrariamente, además de seguir con el control de los ciudadanos, y sobre todo con el control de lo que decían y hablaban. Este era el comunismo de aquel entonces, tanto en Moscú, como en Pekín, y posteriormente en Cuba.

En este país dominado por la dictadura castrista desde hace 60 años, se justifica y se disculpa el totalitarismo por culpa del “bloqueo imperialista” que, como ya hemos dicho varias veces, no es un bloqueo sino un embargo.

El totalitarismo tiene dos vertientes: una, basada en la ignorancia que  tienen los defensores  del sistema, que nunca vivieron bajo la bota comunista. En este aspecto se concibe al comunismo como la solución de los defectos del mundo capitalista, en el que viven cómodamente instalados muchos de dichos defensores del comunismo. Conocemos muchos.

La otra vertiente es la de los que reconocen los defectos y vicios del sistema, aunque no están dispuestos a admitir que dichos vicios y defectos sean connaturales del sistema. El fanatismo y la cerrazón les lleva a esto y a otras cosas peores.

Continuará.



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