domingo, 25 de febrero de 2018

“La Unión Soviética, de la utopía al desastre” ( I I )



Someramente diremos que el autor, nacido en la Rusia soviética en 1942,  fue uno de los muchos disidentes escritores y defensores de los derechos humanos que allí nunca hubo. Fue el primero en denunciar la existencia de hospitales psiquiátricos como medios de represión contra la población disidente. Estuvo encarcelado 12 años, pasando por campos de concentración, por varias cárceles y también estuvo internado en hospitales psiquiátricos. Una vez desaparecido el sistema, los habitantes de la URSS dejaron de tener miedo a la represión y se dedicaron a exponer todos los errores y horrores del comunismo. Tal es el caso de Vladimir Boukovski y de otros muchos.

Continuamos con lo que se lee en las páginas 126 a 128, pertenecientes al Capítulo IX intitulado “El arma del terror”. Dice así

“Cuantos más estragos causaba el terror, más los comisarios llenaban de plomo nucas y más «creían» las personas que se incrustaban en la muchedumbre hasta ahogar ahí sus rasgos. Mientras más estigmatizaban a los nuevos «enemigos del pueblo», que todavía la víspera eran sus compañeros, más hostigadora se hacía la voz de la conciencia, más asolaba el terror y más se fortalecía la tendencia a destruir lo más pronto posible el mundo antiguo en el fuego de la revolución mundial a fin de que no quedara «nadie más» que sirviera de reproche mudo.

¿Qué otra cosa quedaba por hacer que creer que este corte a escuadra se justificaba por la necesidad histórica y la futura dicha universal? No hay otra salida, o usted es homicida o benefactor de la Humanidad. O triunfa o se cuelga.

Para mayor plenitud se necesitaba aún algo positivo, palpable y «objetivo». En resumen, un milagro. Y a fe mía que el Partido no fue avaro en milagros, y así ríos impetuosos se cercaron con diques, los desiertos se transformaron en jardines, se vieron surgir fábricas gigantes y ciudades brotar en la taiga, se exploró el Ártico y los criminales se transformaron en honestos obreros a destajo. Todo era accesible, se actuaba solidariamente, con un solo impulso y bajo la dirección del Partido. ¿No es milagroso”?

Continuará.



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