miércoles, 14 de febrero de 2018

La cigarra y la hormiga



Es de sobra conocida la fábula de Samaniego intitulada “La cigarra y la hormiga”, muy “ad hoc” con los tiempos actuales de esta impresentable España. La reproducimos a continuación:

  “Cantando la cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
le dijo: "Doña hormiga
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste hormiga,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme,
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo"
La codiciosa hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
"¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?"
"Yo, dijo la cigarra
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento"
"¡Hola! ¿con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo" 

Podemos resumir diciendo que, mientras la hormiga trabaja incansablemente durante todo el verano bajo un calor agobiante aprovisionando comida para el invierno, la cigarra por el contrario se tira a la bartola sin hacer nada. Cuando llega el invierno, la hormiga se guarece en su casa repleta de víveres. La cigarra, por el contrario, sin comida y sin cobijo, se muere de frío. 

De esta fábula se pueden poner muchos ejemplos particulares y generales. Pongamos uno particular.  

Un estudiante universitario envenenado por un profesor marxista, llega a casa y le dice a su padre  que hay que repartir y compartir las cosas, que en el mundo hay muchas injusticias, que hay muchos que lo tienen todo y otros que no tienen nada, que la riqueza está mal distribuída, etc. etc.  

El padre le pregunta al hijo que cómo va en los estudios. El chico le responde que no comprende por qué le hace esa pregunta, ya que  sabe perfectamente que saca en todo 10 porque se priva de no salir por la noche, de no ir de juerga, de robarle horas al sueño, etc. El padre a continuación le pregunta cómo va en los estudios su amigo José y el chico vuelve a decirle a su padre que tampoco comprende la pregunta, pues sabe que José saca en todo ceros porque anda todo el día de juerga y no se priva de nada. Entones el padre le propone al hijo que “reparta” y “comparta” las notas con su amigo, con lo que ambos sacarían un 5 y aprobarían. El muchacho saltó como un resorte: “De eso nada. ¡Con el trabajo que me ha costado a mi sacar buenas notas!”. El padre le respondió: fíjate lo que me has dicho al principio y fíjate, también, lo que me has dicho ahora. El muchacho salió de la habitación sin rechistar.   

Ahora pongamos un ejemplo general 

La “cigarra”, muerta de frío,  sale protestando en TV porque  la hormiga tiene  vivienda y comida cuando quiere, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre. 

Luego, otra tele del sistema, monta un programa en vivo y en directo en el que se ve a la “cigarra”  pasar todo tipo de calamidades, mientras se ponen vídeos de la “hormiga” bien acomodada y con provisión de víveres. 

Más tarde, sacan una editorial denunciando que en un país demócrata y moderno como es España, se permitan los sufrimientos de la “cigarra”, mientras que “otros” viven y nadan en la abundancia, lo que hace que diversos “colectivos” hábilmente pastoreados salgan a la calle a protestar contra la pobreza delante de la casa de la “hormiga”. 

Después, se empieza a escribir cuestionándose el “enriquecimiento” de la “hormiga” a espaldas y a costa de la “cigarra”. Con esto se pretende que se aumenten los impuestos a la “hormiga” para que desaparezcan las “desigualdades”. 

La “hormiga”, que no puede pagar los impuestos, se va del país demócrata y moderno y se instala en otro donde se premian el trabajo y el esfuerzo. 

Mientras tanto, la “cigarra” aparece colorada y gorda, ya que se ha comido toda la provisión de la “hormiga” y la casa de ésta se ha convertido en el centro de acogida de “cigarras” inmigrantes, okupas, gays, etc, al tiempo que la citada casita  de la “hormiga” se va derrumbando porque nadie quiere trabajar.



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