jueves, 3 de agosto de 2017

Historia de la Literatura Española ( L X X I X )


Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre los romances del Duque de Ribas (1791-1865), que eran romances históricos que representaban verdadera y genuinamente el romanticismo español, representando el último momento de la épica castellana, iniciada con los cantares de gesta.


Los argumentos de dichos cantares de gesta están tomados de la Historia. Obras como “Una antigualla de Sevilla”, “El fratricida”, “Don Álvaro de Luna”, “Cristóbal Colón”, “Bailén” y otras, indican con sus títulos las épocas correspondientes. En estas narraciones se ve el españolismo de este literato, así como su gran habilidad usando el verso de ocho sílabas.

Escribió además un poema épico intitulado “El moro Expósito”, una gran larga narración legendaria, en donde se expone, en precisos y armoniosos versos, la leyenda de los Siete Infantes de Lara, muy común en la literatura española. Aquí demuestra el Duque de Ribas una gran habilidad descriptiva y un gran talento.

En el romanticismo de la primera mitad del siglo X I X, se observan dos tendencias: la histórica tradicional o legendaria, siendo este literato el representante más genuino e importante, y la filosófica, subjetiva o anárquica, cuyo gran maestro y representante fue Espronceda (1808-1842).

Además de los caracteres propios del romanticismo, el histórico o legendario se distingue por su afición al estudio de las leyendas nacionales, además de la historia medieval.

Por otra parte, el romanticismo filosófico se alimenta de las doctrinas de la Enciclopedia, caracterizándose por su heterodoxia y por su espíritu “volteriano”, además de tener como referencia a literatos extranjeros como Lord Byron, Goethe, Víctor Hugo y otros.

Y entrado el citado siglo X I X, aparecen el naturalismo y el realismo, que eran derivaciones de la escuela romántica. En los primeros años del pasado siglo X X surgieron el modernismo y el simbolismo, de origen francés.

En los románicos se observan, tanto en su vida como en sus obras, cierta melancolía y sentimentalismo, así como una extraña afición a lo macabro, a lo fúnebre, a lo extravagante y, sobre todo, al fatalismo.

En la próxima entrega veremos algo sobre la lírica románica y sus principales representantes.


Continuará.



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