sábado, 8 de febrero de 2025

Lealtad y fidelidad


 

Según el Diccionario de los “inmortales” de la RAE, la palabra lealtad tiene una acepción: “Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo”. También este Diccionario presenta una acepción sobre la palabra fidelidad: “Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo”.

Tales significados se ven perfectamente en estos momentos, solo que en vez de perros y caballos hay personas, y en la segunda palabra, esa ejecución de algo nada importa que sea una burrada, un perjuicio, un daño, una desgracia, etc.

Lo que en realidad se busca con estos dos conceptos es captar votantes y militantes sumisos y dóciles que estén convenientemente preparados para obedecer y cumplir mandatos, decretos, leyes, reglas, bandos, órdenes, etc, sin rechistar. Una vez que se haya conseguido esto, vienen las prebendas, los momios, las sinecuras, canonjías, etc, para esta gente que jamás ha dado un palo al agua, o que son de una ineptitud incalificable. (Seguro que recuerdan aquella frase del ínclito Alfonso Guerra: “Quien se mueva no sale en la foto”)

La fidelidad es como si fuese una obediencia ciega: es como una devoción a un guía, a un cabecilla, a un gobernante, etc, sin discutir, ni debatir, ni objetar nada de lo que dice y hace. Y así llegamos a donde estamos: a aceptar a pies juntillas todo lo que dicen y hacen los gerifaltes de los partidos, como si estuviésemos en un régimen totalitario al que tanto critican . . . bueno, si es de los “nuestros” ni puñetera palabra. Que se lo pregunten a Maduro, por ejemplo.

¿Ha protestado algún “fiel” por la última de Su Sanchidad”? Como ya sabrán, ha introducido en TVE dos fieles: Maribel Sánchez-Maroto y Jon Ariztimuño.



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