Según el Diccionario de loa “inmortales” de la RAE,
impostor es:
“Que atribuye falsamente a alguien algo”;
“Que fingen o engaña con apariencia de verdad”, y “Suplantador, persona que se
hace pasar por quien no es”. Pues esto es lo que tenemos
en la jefatura del desgobierno, que nos está abrasando a impuestos. Vamos a ver
algo sobre el asunto.
Esta “máquina de fango sanchista” tiene, entre otras
cosas, tres millones y medio de empleados públicos, amén de las “sumenciones”
sindicaleras, y amén también de los chiringuitos repartidos por aquí y por allá.
De los asesores, “comités de expertos”, coadjutores, colaboradores, agregados,
auxiliares, etc, para qué vamos a hablar. Por estos motivos, y por otros, nos
están achicharrando y tostando a impuestos.
Las retenciones por trabajo profesional llegan al 75 %
de los ingresos. Lo importante es enriquecer a Hacienda, importando un bledo,
dos cominos y tres dídimos el gasto público a costa de la deuda pública que
está en ¡ ¡ ¡UN BILLÓN SEISCIENTOS MIL MILLONES DE EUROS!
! ! El desiderátum. El estallido social está a la vuelta de la esquina,
aunque el impostor saldrá a la palestra con las monsergas de siempre: fachas,
extrema derecha, etc.
Por otra parte, y como ya saben, estamos sin los PGE
(Presupuestos Generales del Estado) que vienen con prórroga desde antaño ¿Cómo
es posible esto? Estos presupuestos debieron ser aprobados el pasado mes de
diciembre, pero estamos en pleno febrero y caca de la vaca flaca.
En fin, sino se larga este “buloman” “puto amo” la que
nos espera es gorda.
¡Ah!, ¿y qué decir del 21 % de IVA aplicado a la
Sanidad pública? Esto lo veremos en una próxima entrega.
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