Sí, todo esto y lo que ustedes quieran añadir, es lo
que está causando la perseverancia del Fiscal General Álvaro García Ortíz.
Tal perseverancia es una patada y un estacazo a la fe
de la verdadera Justicia. Si este sujeto tuviera el más mínimo pundonor y
seriedad, ya hacía tiempo que tenía que haber presentado su dimisión, aunque,
claro, oiga, lo principal es agarrarse al poder, como Su Sanchidad,
importándole un bledo, dos cominos y tres dídimos el daño que produzca a las
instituciones y demás.
Como ya saben, este individuo está imputado por
revelación de secretos. La Fiscalía General del Estado no puede tener un jefe
que tiene tras sí un proceso judicial por tal revelación.
En fin, si este sujeto no renuncia a su puesto, el
desengaño, la incredulidad, la desconfianza, el escepticismo, etc, saldrán a la
calle, lo que conllevará resultados
catastróficos para el Estado de Derecho, aunque, claro, oiga, vamos “viento
en pola a toda vela” y “como un cohete”.
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