¿No hay que “recuperar la memoria histórica”
“zapateril” y la “democrática” de Su Sanchidad? Pues vayamos a ello.
Un verdadero republicano, D. Salvador de Madariaga, nos dice en la
página 524 de su obra “España. Ensayo de
historia contemporánea”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1934, lo
siguiente:
“La hermosa ciudad de
Oviedo quedó casi destruida por la ferocidad de
los combates que en su seno se libraron. Los mineros habían hecho de la
Universidad su almacén de dinamita, y cuando se vieron perdidos pusieron mecha
al monstruoso polvorín, que destruyó el noble edificio con no pocos de los
circundantes.
En medio del patio
central, único superviviente de aquel caos de ruinas, Valdés, fundador de la
Universidad, seguía incólume en su cuerpo de bronce sobre su silla de bronce.
El contraste provocó en Unamuno una de aquellas frases en que vertía su
amargura inconsolable: ‘Allí estaba Valdés, advirtiéndonos con el dedo: Ya os
lo dijo yo’ ”.
Conviene recordar también lo que nos dice el reputado historiador francés Georges Roux en las páginas 52 y 53
de su obra “La guerra civil de España”, Ediciones Cid. Madrid, 1965, sobre
la revolución de Asturias en 1934:
“El 7 estalla una
formidable insurrección. Treinta mil minero organizados, armados, feroces y
decididos a formar un ‘ejército rojo’ que en unas horas se adueña de las
principales poblaciones . . . Cuando su aventura termine quedarán destruidos
750 edificios públicos; la capital, Oviedo, será un montón de ruinas”.
En otro párrafo nos dice el autor que a los revoltosos “les serán ocupados 90.000 fusiles, 33.000 pistolas, 10.000 cajas de
dinamita, 30.000 granadas y 330.000 cartuchos”.
Según un documento del Ministerio del Interior publicado el 3 de enero de 1935, los sucesos de octubre
causaron en toda España 1.335 muertos y 2.951 heridos.
Nota.- La imagen corresponde a nichos destrozados en el cementerio viejo.
¡Menudo “vínculo luminoso”!
Continuará.
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