miércoles, 5 de febrero de 2025

Las dos Repúblicas. ( X C I I )


 

¿No hay que “recuperar la memoria histórica” “zapateril” y la “democrática” de Su Sanchidad? Pues vayamos a ello.

Como recordarán, D. Salvador de Madariaga y Rojo (1886-1978) fue un verdadero republicano. Además de ser un gran diplomático e historiador, fue ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante la II República.

 Una de sus principales obras es “España, ensayo de Historia contemporánea”, Editorial Sudamericana (Buenos Aires), 730 páginas que, como otros libros que ya hemos comentado están borrados de la verdadera historia por los “historieteros” paniaguados. En la página 434 y siguientes, D. Salvador condena el octubre rojo. Se lee:

 “Los mineros y demás obreros asturianos trataron de organizar una especie de comunismo más o menos libertario. Hubo muchas pérdidas materiales y personales por ambas partes, pues los desórdenes degeneraron en guerra civil. Las tropas gubernamentales, al mando del General López Ochoa, de añejo abolengo republicano, tuvieron que abrirse paso por la fuerza desde Avilés para socorrer a la guarnición de Oviedo, estrechamente sitiada por los indomables mineros. La hermosa ciudad quedó casi destruida por la ferocidad de los combates que en su seno se libraron. Los mineros habían hecho de la Universidad su almacén de dinamita, y cuando se vieron perdidos pusieron mecha al monstruoso polvorín, que destruyó el noble edificio con no pocos de los circundantes”.

 En otro párrafo se lee:

 “El alzamiento de 1934 fue imperdonable. La decisión presidencial de llamar al Poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que el señor Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falso. Hipócrita porque todo el mundo sabía que  los socialistas del señor Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra las Constitución de 1931, sin consideración alguna para lo que se proponía o no el señor Gil Robles; y, por otra, a la vista está que el señor Companys  y la Generalitat entera  violaron también la Constitución ¿Con qué fe vamos a aceptar  como heroicos defensores de la República de 1931 contra sus enemigos, más o menos ilusorios de la derecha, a aquellos mismos que para defenderla la destruían? Pero el argumento era además falso, porque si el señor Gil Robles hubiera tenido la intención de destruir la Constitución de 1931 por la violencia, ¿qué ocasión mejor que la que le proporcionaron sus adversarios alzándose contra la misma Constitución en octubre de 1934, precisamente cuando él, desde el Poder, pudo como reacción haberse declarado en dictadura? El señor Gil Robles, lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y despego al parlamentarismo, salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario a punto tal de que cesó de ser, si jamás lo había sido, persona grata para los fascistas.

 Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.

 Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro. En imagen nichos destrozados en el Cementerio Viejo de Oviedo.

 ¡Menudo “vínculo luminoso”!

 Continuará.




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