sábado, 21 de diciembre de 2019

“La semana trágica de la iglesia en España (8-14 octubre 1931)”



Así se intitula el libro de Víctor Manuel Arbeloa, Ediciones Encuentro, S.A., Madrid 2.006, 383 páginas, incluido el índice alfabético.

El autor fue profesor de la Pontificia de Salamanca y uno de los promotores de la socialdemocracia en Navarra en los últimos años. En 1979 fue elegido, dentro de las listas del PSOE, primer Presidente del Parlamento de Navarra. Ocupó varios puestos más dentro del PSOE, hasta 1.996, en que siendo Presidente de la Comisión Gestora del PSN-PSOE, dimitió, alejándose de toda actividad política. Esta pequeña reseña, y algo más, figura en la contrasolapa del libro.

La dimisión nos la explica José Andrés-Gallego en la Presentación, página 10:

“Pero, en esos años de militancia política, sucedió algo principal que no podía  sino remover las entrañas de un hombre de bien. Me refiero a la continuación del terrorismo de ETA y al imperialismo nacionalista vasco en relación con Navarra. Por ahí no pasó”.

La obra está documentadísima, cosa de la que carecen muchos libros de “historieteros” que han escrito, y escriben, sobre la persecución religiosa durante la II República española. Dichos “historieteros”, como ya hemos dicho varias veces en este blog, escribieron verdaderas burradas sobre este tema, tales como que la citada persecución había sido obra de “incontrolados”, o que había sido fomentada por la oligarquía para desestabilizar la República. Todo mentira y falsedad, como se ve en este libro.

Comienza el autor narrando, o más bien analizando, lo ocurrido entre el 14 de abril de 1.931, fecha de la proclamación de la República, y el primero de octubre.

En la Introducción, página 15, con el título de “El acatamiento de la República”, aparece un escrito, dirigido a los obispos, de Federico Tedeschini, nuncio del Vaticano en el que, siguiendo las órdenes dadas desde Roma, dice:

“De parte del Eminentísimo Señor cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, me honro en comunicar a V.E. Rvma.  ser deseo de la Santa Sede que V.E. recomiende a los sacerdotes, a os religiosos y a los fieles de su diócesis que respeten los poderes constituidos y obedezcan a ellos para el mantenimiento del orden y para el bien común”.

Ni qué decir tiene que dicho escrito fue obedecido y aceptado por todos los obispos, con excepción del de Segovia. A pesar de esta aceptación, el gobierno republicano empezaría con su hostilidad hacia la Iglesia católica.

Como prueba de esta aceptación, el cardenal Vidal y Barraquer, a propuesta delos obispos catalanes, dirigieron “al ministro de Justicia una carta de saludo y felicitación, rogándole se sirviera transmitir iguales sentimientos al Presidente del Gobierno provisional” ( I ). Dice la carta:

“Nuestra misión no es política, sino moral, religiosa y social, y siempre puede el Gobierno de la República contar con nuestra colaboración y la del clero, aún a costa de sacrificios, para la labor de armonía y pacificación de los espíritus en bien de la Religión y de la Patria. Reciba nuestra enhorabuena y esté seguro que nuestras plegarias no han de faltarle para que Dios ilumine y dé fuerzas al nuevo Gobierno de España, al cual ruego a V.E. se sirva comunicar los expresados sentimientos” ( I )

Como puede verse, primera mentira desmontada: la de que en aquellos tiempos había movimientos eclesiásticos dedicados a derribar la República recientemente constituida. Lo que sucedía era precisamente todo lo contrario: la República quería destruir y derribar a la Iglesia, pues los incendios y quemas de templos y conventos al mes de proclamarse la citada República, así lo demostraron, lo mismo que quedó demostrado en la revolución de octubre de 1934, sobre todo aquí en Asturias.

Este es otros de los muchos libros que los de la internacional de la mentira, del odio y del terror no dicen ni pío.

 ( I ).- Página 16



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