Este es el lacónico título
del libro escrito por Marta Eguía, Ediciones Urbión, S.A., 1984, versión cedida
por Editorial Hernando, S.A., 211 páginas incluido Índice.
Esta es una biografía poco
difundida, como no podía ser de otra manera, de Carlos Marx. En esta biografía,
de la que nadie habla, se ve al auténtico Marx: un individuo que nunca tuvo un
empleo, que derrochaba mucho dinero y que era mal pagador, amén de vivir a
costa de su amigo el gran capitalista Engels, riquísimo industrial ingles que
tenía cientos o quizá miles de trabajadores en sus fábricas.
También vivió a costa de la familia de su mujer, a la par que tenía
“líos” con sus criadas. También le gustaba emborracharse. Su carácter era egoísta,
con grandes arrebatos de ira, además de ser un pedante infumable y un
desalmado. Le gustaba dormir la mañana, y no le gustaba mucho el aseo.
Como ya hemos dicho en otros
artículos sobre el marxismo, Carlos Marx no fue original en sus ideas
centrales, ya que copió Jean-Pierre Proudhon y de J. Rodbertus, entre otros.
Este último le acusó de que había plagiado sus ideas. Lo curioso del caso es
que de Rodbertus nadie, o casi nadie, ha oído hablar, mientras que de Marx ha
contado, y cuenta, con muchos tenores.
También copió de Georg
Wilhelm Friederich Hegel (1770-1831), filósofo idealista alemán, cuyo
pensamiento filosófico dominó en la Europa de los años 1830 a 1840. Su método de
dialéctica sirvió de base al materialismo dialéctico marxista. Página 190.
En la página 183, se lee:
“Helene Demuth (1823-1890)
Al servicio de los Marx desde 1837, formaba parte de
la familia. Al morir Marx en 1883, vivió en casa de Engels hasta su muerte y
está enterrada junto a Karl y Jenny. Familiarmente se le conocía como Lenchen.
Parece que tuvo relaciones íntimas con Marx, de las que nació un hijo, cuya
paternidad se adjudicó Engels para salvar las apariencias”.
El fanatismo que tenía Engels
por su amigo Marx, se pone de manifiesto en la página 186, que dice:
“Georg Adler (1863-1908)
Economista alemán, burgués y reformista. Engel le
llama miserable judío apóstata; escribió un voluminoso alegato contra el
pensamiento de Marx. A este propósito aclara Engels que todo el que quiere
hacerse notar, ataca a Marx”.
Asimismo, vemos como este
individuo justificaba el terrorismo, terrorismo que aplicarían posteriormente
sus sucesores Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, Santiago Carrillo, Fidel Castro, Che
Guevara y un larguísimo etc. Así, “después
del asesinato del zar Alejandro II en 1881, Marx evoca con emoción a los terroristas
rusos: son personas notablemente hábiles, sin poses melodramáticas, simples,
positivos y heroicos”. Página
151.
El anarquista Bakunin, gran
adversario de Marx, “sentía una profunda
antipatía por sus ideas autoritarias, por su exigente reclamo de cientifidad”. Página
131.
Aparecían escritos que
criticaban duramente su doctrina, lo que le ponía catatónico.
Su petulancia y pedantería se
reflejan, por ejemplo, en una carta que Marx escribió el 4 de octubre de 1864 a Karl Klings,
dirigente de la Asociación general de trabajadores alemanes: “Puedes estar seguro de que la clase obrera
encontrará en mí un fiel campeón”. Página 193.
Su teoría sufrió ataques,
algunos de ellos implacables, como el del revolucionario italiano Mazzini,
quien escribía en La Roma del Popolo:
“A los obreros italianos:
En medio del movimiento normal de los hombres del
trabajo ha nacido una asociación que amenaza con su falseamiento en sus fines,
en sus medios y en el espíritu en que se ha inspirado hasta ahora y con el que
únicamente saldrá victorioso. Hablo de la Internacional. Esta Asociación,
fundada hace años en Londres y a la que negué desde un principio mi cooperación,
está dirigida por un consejo, cuya alma es Karl Marx, alemán, hombre de ingenio
agudo, pero como el de Proudhon, disolvente, de temple dominador, celoso de
otras influencias, sin fuertes creencias religiosas o filosóficas y temo, con más elementos de ira, aunque sea justa,
que de amor dentro de su corazón”. Páginas
129 y 130.
Su odio a la religión, aparte
del manido “Opio del pueblo”, quedó reflejado en una frase poco conocida: “irritar a los devotos, golpear a los
filisteos, reírse a carcajadas para romper el espeso silencio religioso”. Página
64.
En fin, esta es una pequeña
biografía de este sujeto, por cuya doctrina se han asesinado y matado millones
de seres humanos, siendo dicha doctrina un auténtico sofisma y una auténtica
falacia, del tipo ad verecundiam, es
decir, lo dicho por Marx, Lenin, Marigella, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci,
Stalin, Fidel Castro, Che Guevara, Mao, etc, etc, es irrevocable y va a misa.
No hay nada que discutir. Siempre tienen razón. “Su razón”, claro, como la que
tenía D. Quijote cuando decía que eran gigantes y no molinos. La razón de un
loco.
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