Como recordarán, el ínclito Alfonso Guerra dijo en su
día que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió. Y así es.
No hay más que echar un vistazo a la situación
política y social por la que atravesamos: una alucinación colectiva auspiciada
con ruidosa petulancia por los de la internacional de la mentira, del odio y
del terror que, en el fondo, son de hazmerreir.
Estos “internacionalistas” de ahora son una agrupación
de jovenzuelos, muy al estilo de los de Mayo del 68, la mayoría de ellos
díscolos y maleducados que sólo escuchan a quienes les interesan.
La mayoría de los seguidores de dichos
“internacionalistas” son jóvenes “ni-ni-ni” y ociosos, que “lucen” en las
terrazas de los bares su verborrea llena de todo tipo de tópicos típicos,
sembrando venganza y miedo por doquier, y sobre todo odio y pavor.
Este odio y pavor nacen de una ideología intolerante y
fanática, como es el marxismo, que llegó, y llega, a la justificación del
crimen y de lo que sea con tal de conseguir sus objetivos, incorporando la
violencia como razón política.
Los mentados “internacionalistas”, se creen que son
“conductores” de la opinión, intentando inocular al “pueblo soberano” una moral
y unas ilusiones de triunfo inquebrantables.
Por otra parte, por doctrina y por táctica, consideran
a cualquier Estado que no sea comunista como enemigo irreconciliable, al que
hay que aniquilar para dar paso el “porvenir radiante de la Humanidad”, como el
de la destartalada URSS.
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