Una de las palabras más manoseadas por el marxismo es la de burguesía, a la que se desprecia, se odia y se combate. Vayamos por partes ¿Quiénes componen dicha burguesía? Pues la componen los profesionales, pequeños comerciantes, pensionistas, personas que no trabajan para terceros, sino para sí mismos con utensilios que son de su propiedad, como sería el caso de los trabajadores autónomos.
Precisemos un poco más y pongamos un ejemplo concreto.
Imaginemos un ebanista, carpintero o trabajador de la madera que es propietario
de las herramientas con las que trabaja: martillos, sierras, cepillos, etc.
Este burgués puede ser hábil o torpe en su trabajo, lo que hará que viva mejor
o peor, o se muera de hambre. Pero esto no tiene importancia: el hombre es un
burgués porque es dueño de los medios de producción. Y punto. Hay que
destruirlo. No se piensa que esta
burguesía es la que, en muchas ocasiones,
mantiene un tejido productivo que agrupa a miles o millones de personas
en un país.
Ahora vamos a poner otro ejemplo. Imaginemos un médico que no tiene utensilios
ni herramientas para desempeñar su trabajo: no tiene tensiómetro, estetoscopio,
jeringuillas para hacer análisis de sangre, etc, etc. Pero sin embargo, trabaja
en una clínica que le paga un gran sueldo, muy por encima del trabajador dueño
de sus medios de producción, como era el caso del carpintero, siendo esta
clínica la propietaria de los aparatos antes mencionados. Este señor, sin
embargo, no es un burgués, pues no es propietario de los aparatos que se
requieren para desarrollar su profesión, aunque viva mil veces mejor que el
pobre carpintero.
En fin, lo de siempre: el marxismo culpa a la
burguesía de la pobreza de otras personas, sin pararse a pensar que esto es una
simpleza y además incierta. Lo que vale es presentar a las masas discursos
violentos y encendidos.
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