La respuesta parece sencilla, pero el asunto se complica cuando tal poder cae en manos de políticos, como en los casos de regímenes totalitarios de corte fascista o comunista.
Dichos regímenes entienden por poder todo lo que sea mando y obediencia, es decir, ver, oir y callar, cayendo en un autoritarismo y una tiranía que crean violencia a través de todo tipo de fuerzas, ya sean militares, mediáticas, sociales, etc, etc., recurriendo a métodos basados en la demagogia y en la logomaquia.
Estos regímenes, una vez instalados, crean sociedades moralmente arruinadas, a pesar de las “verdades” proclamadas, propagándolas con todo tipo de ideas preñadas de baratijas ideológicas, con dogmatismos y utopías totalmente destartaladas y trasnochadas.
Para este jolgorio hablan mucho de la “fe democrática”, e incluso de la “moral cívica”. Pero es igual: el “pueblo soberano” sigue con los ojos vendados votando a estos cenutrios decimonónicos que hablan constantemente de Marx, de Engels y del monstruoso Lenin, al que consideran “un genio”.
Aquí en España, y en cualquier parte, los paladines de las citadas “fe democrática” y “moral cívica”, pregonan a los cuatro vientos que hay que ser secesionista, separatista y todos los “istas” que se quieran, antes de ser español. Esto que decimos se ve cuando hay votaciones, que no elecciones, a través de la propaganda, de pasquines y de los carnavales mediáticos que se montan.
Evidentemente, estos demócratas del “poder” nada quieren saber de la verdadera democracia aristotélica. Para ellos lo válido es la ideología que, como ya se ha demostrado, sólo sirve para dividir a los ciudadanos, trayendo violencia, odio, terror, enfrentamientos y guerras, amén de bota, bozal, grillete y censura.
Lo peor del asunto es que estos políticos de tres al cuarto, viven de nuestros impuestos. Esto lo veremos en la próxima entrega.
Continuará.
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