jueves, 23 de noviembre de 2017

“Hombres made in Moscú” ( I )



Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado, Ediciones Luis de Caralt, 1963, 659 páginas incluido el Índice.


Someramente diremos que el autor fue un componente muy activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento. También fue director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra Civil española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí hasta su muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que vio en la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos suficientes de decirlo.

Este es otro libro que no se ve por las librerías y que los “historieteros” ignoran  a sabiendas. Para empezar, se lee en la página 7:

“A  LOS  DESCONTENTOS
  DE 
TODOS  LOS PAISES
 DE  TODOS  
LOS CONTINENTES 
DE
TODAS LAS RAZAS
¿Conocéis a los Comunistas?
 No.
Os habéis limitado hasta ahora a soñar, a vivir los sueños maravillosos que ellos os han metido en la cabeza; a soñar sin intentar romper el encanto, sin intentar despertar jamás, porque de la desilusión habéis pasado a convertiros en unos enfermos de ilusiones. No conocéis a los comunistas. Para conocerlos bien hay primero que no escucharlos para no dejarse envenenar; segundo, mirarlos día y noche hasta llegar a lo hondo de cada uno de ellos, a donde otros hombres tienen el alma; tercero, ver su socialismo a través del hombre y no de la propaganda ni las estadísticas. Yo los conocí mirándome a mí mismo. Creo por ello que este libro os servirá de algo”.

El párrafo no puede ser más significativo. Se comenta por sí sólo.
En la página 543, dentro del capítulo  X I V intitulado “Stalin tiene razón”, se lee:

“Creía en Stalin, pero le dolía España. Y entre la fe y el sentimiento se entabló una terrible batalla. Una batalla sorda, angustiosa, interminable, de la que Castro no podía hablar con nadie, porque nadie hubiera comprendido en el seno del Partido su dolor de España. ¿Acaso él no había sido educado en el odio a todo lo que no fuera el Partido, lo que no fuera la revolución, lo que no fuera Rusia, lo que no fuera el socialismo?... ¡Nadie le hubiera comprendido!”.

En la página siguiente, dice Castro Delgado:

«¿Es verdad, camarada Stalin, la fuerza militar de la U.R.S.S. de la que nos hablaba hace muy poco tu amigo y camarada de armas, el camarada  Vorochilov?... ¿Es verdad la superioridad de fuego de una de tus divisiones sobre una división de no importa qué país?... ¿Es verdad la potencia de tus tanques?... ¿Es verdad la superioridad de tu aviación?...¿Es verdad, camarada Stalin, lo que nos dijiste en el XVIII Congreso de tu Partido: ‘No tenemos miedo a las amenazas de los agresores y estamos dispuestos a devolver dos golpes por cada golpe de los promotores de la guerra que intentan atentar con la inviolabilidad de las fronteras soviéticas?’ 

Entonces, ¿por qué?

¿O es que tienes miedo?»


Continuará.



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