Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre el teatro moderno.
Con la decadencia del romanticismo, se inicia el período moderno con Bretón de los Herreros. Después de un tiempo de transición representado por la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda y Manuel Tamayo, aparecen Ayala y Eguilaz, dando forma decisiva al teatro moderno, que tanto éxito tuvo en Europa y América.
Este teatro moderno se caracteriza por su adaptación a la realidad, tanto en el aspecto físico como en el espiritual. En él se ven las pasiones, los cariños, los afectos y defectos, así como también las aberraciones sexuales.
Por orden cronológico mencionaríamos en primer lugar a Adelardo López de Ayala (1820-1879), probablemente el dramaturgo más insigne del siglo XIX. Además de gran literato, fue periodista y gran orador, amén de diputado y ministro de la revolución del 68 bajo el reinado de Alfonso XII.
De sus obras destacaríamos “Un hombre de Estado”, “El tejado de vidrio”, “Rioja”, “El tanto por ciento” y “Consuelo”.
Otro de los dramaturgos de este período fue Manuel Tamayo y Baus (1829-1898), destacando sus obras “La rica hembra” y “Locura de amor”, obras que están inspiradas en la historia de Juana la Loca. Otras obras fueron “La bola de nieve”, “Un lance de honor”, siendo su mejor obra “Un drama nuevo”, viéndose en ellas el estudio psicológico que hace el autor de los personajes, planteando también cuestiones filosóficas.
Otro literato de este tiempo fue Luis Martínez Eguilaz (1830-1874), que se distinguió por el drama histórico, llevando al escenario las figuras de los grandes literatos con el fin de instruir al pueblo.
De sus obras destacan “Alarcón”, “Una aventura de Tirso”, El caballero del milagro”, “Una broma de Quevedo”, “El patriarca del Turia”, “Las querellas del rey sabio”, etc.
En la próxima entrega comentaremos algo sobre dos grandes personajes literarios: José Echegaray y Jacinto Benavente.
Continuará.
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