Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre la crítica literaria y el romanticismo, durante la primera mitad del siglo X I X.
Probablemente el paladín de la crítica literaria de este período sea Manuel José Quintana, que no quiere saber nada de los prejuicios de la crítica neoclásica, como lo demuestra en sus “Poesías escogidas de nuestros Cancioneros y Romanceros antiguos”, en los que critica enérgicamente el servilismo de los poetas españoles hacia los modelos italianos y latinos.
También destacan Dionisio Solís, el abate Marchena y Alberto Lista que es sin lugar a dudas el crítico más sobresaliente de este período literario. También hay otros que no deben olvidarse, tales como José de la Revilla, Pedro María de Orive, Bartolomé G. Gallardo, Manuel Silvela, Diego Clemencín y varios más.
Por encima de todos ellos destaca Agustín Durán, que fue el que verdaderamente dio el grito de separación del clasicismo. Demostró con rotundos razonamientos que la corriente romántica nace de la escuela clásica española de los Lope de Vega y Calderón.
Como ya saben, el romanticismo ejerció cierta influencia en el género histórico, asunto este que puede comprobarse en las obras de José María Queipo de Llano y Ruíz de Saravia, conde de Toreno, que fue testigo ocular de los acontecimientos que narra, como lo prueba su obra “Historia del levantamiento, guerra y revolución de España”, que es una viva y auténtica descripción de la guerra de la Independencia.
También cabe destacar al ilustre político Cánovas del Castillo (vilmente asesinado en Mondragón en agosto de 1897), que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros.
De sus obras históricas, escritas con un gran sentido crítico y correcto, destacan “Origen y vicisitudes del genuino teatro español”, “El Solitario y su tiempo” y “Problemas contemporáneos”.
En la próxima entrega veremos algo sobre la lírica en la segunda
mitad del siglo X I X.
Continuará.
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