Aunque haya muerto el perro, no se acabó la rabia. Nos estamos refiriendo al comunismo que, aunque cadáver, aún está presente, aunque procura camuflarse camaleónicamente de todas las maneras posibles.
Recordemos que la caída del Muro de la vergüenza berlinés, fue como un electroshock para todos los fascinados por la ideología comunista. Estos fascinados, en vez de darse cuenta de lo que esto representaba, decidieron enmascararse en Izquierda Unida, y ahora en Podemos.
Los militantes de estas dos formaciones (conocemos personalmente muchos), son comunistas al estilo del viejo PCE que, como es de sobra sabido, no ha sido capaz de adaptarse a los tiempos posteriores a la transición española.
Estos militantes están en contra de todo orden social que no sea el suyo y apoyan y animan todo aquello que pueda destruirlo: invocan la vieja revolución del odio, se alían con todo tipo de nacionalismos y abanderan cualquier cosa, sea de la índole que sea, con tal de hacer trizas el sistema.
No hace mucho tiempo, en esta vieja Europa los demócratas socialistas no se aliaban con los comunistas porque eran los valedores del sistema más totalitario y aterrador que la Humanidad haya conocido. Pero aquí en España, la cosa no es así: el PSOE se une y se alía con ellos, según convengas.
Con esta “entente cordiale”, los comunistas exigen puestos clave por darles su apoyo, y desde estos puestos intentarán, como siempre, radicalizar todo lo que se pueda la vida de los españoles mediante la coacción ideológica, la ruptura de libertades, la dictadura del miedo, el asalto a la democracia, etc, etc. La vieja táctica de siempre.
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