sábado, 7 de octubre de 2017

Luctuosa efeméride: 1917-2017. La revolución bolchevique ( I I I )


Como decíamos en la anterior entrega, hubo un conato de sublevación bolchevique en julio de 1.917, pero tal sublevación fracasó porque se supo que Lenin había contado con el apoyo del Kaiser alemán para regresar a Rusia. Además, se daba la circunstancia de que el soviet de San Petersburgo (Petrogrado) estaba apoyando al gobierno en un asunto tan importante como era el de proseguir la guerra contra Alemania. 


En esta situación, el presidente del nuevo Gobierno Provisional, Kerensky, convocó para el mes de agosto siguiente una Conferencia de Estado, de la cual estaban excluidos los bolcheviques, que ni se atrevieron a rechistar. Todas las fuerzas políticas que acudieron a la citada Conferencia tenían como meta garantizar la democracia en Rusia.

Este mismo mes, Kerensky destituyó a Kornilov de su cargo de comandante en jefe. Se sospechaba, sin fundamento alguno, de que estaba preparando un golpe de Estado. Esta destitución no fue beneficiosa para el Gobierno Provisional, ya que los bolcheviques aprovecharon esta circunstancia para declarar que el infundado golpe que quería dar Kornilov era a favor de los zares y, ¡cómo no!, a favor de los terratenientes feudales.

Con estas patrañas y campañas de agitación y descrédito, a los bolcheviques ya no se les consideraba unos traidores vendidos a Alemania, sino más bien, unos auténticos defensores contra “la reacción”.

Los mentados bolcheviques proseguían con sus campañas de agitación, llegando incluso a decir que Kerensky sólo aspiraba a ser un dictador.

En setiembre de 1.917 hubo una votación mayoritaria y favorable para formar un gobierno de coalición. Y así sucedió. Las carteras quedaron en manos de mencheviques, cadetes, eseristas, e incluso, en manos de socialistas y de personas que no estaban vinculadas a ningún partido.

En ese mismo mes de setiembre, el monstruoso Lenin terminó de escribir su libro “El estado y la revolución”, en el que decía que había que exterminar el parlamentarismo y cambiarlo por la dictadura del proletariado.

Entre tanto, el pueblo empezaba a pasarlas canutas: no había autoridad ninguna, con lo que los motines, saqueos, crímenes, etc., estaban a la orden del día. De esta situación se aprovechó Lenin que, en vez de tratar de solucionar los problemas, lanzó a los suyos como turbinas rumbo a la violencia y a la coerción. Estaba preparando el terreno para el asalto al poder mediante una insurrección armada. Para tal operación pidió al comité central bolchevique que iniciase los preparativos. Esta iniciativa fue apoyada por Trotski, no así por algunos miembros del comité como Kamenez y Zinoiev. Estos sabían que los bolcheviques no tenían el apoyo mayoritario del pueblo. Era preferible esperar para obtener una mayoría en la próxima Asamblea Constituyente. No hubo nada que hacer: el 10 de octubre se iniciaron las tareas preparativas para la citada insurrección armada.


Continuará.



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