Como decíamos en nuestro anterior capítulo, los socialistas habían arremetido contra Besteiro y sus partidarios. Esta embestida tuvo como consecuencia que estas personas salieran de la dirección de UGT.
A continuación, el periódico Renovación arremete contra Indalecio Prieto exigiendo, nada más y nada menos, que “la depuración del partido”. A la sazón, decía el mencionado periódico que “las Juventudes Socialistas no se batirán en la calle por conseguir una solución que, a pesar de parecer intermedia, tiene un carácter exclusivamente burgués”. También decía que las Juventudes Socialistas eran “las fuerzas de choque, las fuerzas de asalto del Partido, mientras esté su línea política de acuerdo con el pensamiento de Largo Caballero” que, como ya se sabe sobradamente, era un sujeto violento.
También decía Renovación que “mañana el camisa roja ha de manejar el fusil con la misma precisión y con el mismo entusiasmo con que hoy se moviliza”. Pero, bueno, ¿no quedamos que eran demócratas? ¿Cómo es que recurren tanto a la violencia? ¿ A quién quieren engañar?
Para “salvar a la República”, hubo un intento de unión entre socialistas, comunistas, sindicalistas y anarquistas, pero esta unión no se logró porque los objetivos, las consignas, las tácticas y las estrategias eran muy distintas. A parte de esto, los que querían manejar el cotarro eran los comunistas, cosa que los demás no estaban dispuestos a consentir. Así, los comunistas eran partidarios de las luchas parciales, cosa que los socialistas consideraban un desgaste de fuerzas, ya que el órgano dirigente de estas luchas tenía que ser un “soviet” al más puro estilo de Rusia comunista.
Mientras los comunistas seguían las instrucciones de la Internacional Comunista con aquello de “Todo el poder a los soviets”, el diario Renovación socialista daba otra consigna: “Todo el poder al “Partido Socialista”. Por tanto, el entendimiento entre ambos era prácticamente nulo.
El día 20 de abril de 1.934, hubo concentraciones de obreros en Madrid convocadas por los comunistas, concentraciones que terminaron a tiros frente a la sede de Acción Popular. Los obreros dispararon con pistolas ametralladoras, hiriendo a dos afiliados de Acción Popular y a dos guardias. Como puede deducirse fácilmente, este tipo de “concentraciones” estaban perfectamente organizadas para conseguir la violencia.
Durante la huelga general del 22 de abril de 1.934, se produjeron todo tipo de hechos violentos entre huelguistas y guardias de seguridad. A tal efecto, cuenta el comunista Manuel Tagüeña que las milicias socialistas actuaron en esta huelga “desempeñando misiones”.
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