Ahora vamos a dar un salto desde la época de Roma, hasta el siglo XIX en el que aparece la guerra revolucionaria desencadenada por el comunismo marxista.
La crítica marxista a toda la doctrina positiva que hemos visto en los anteriores artículos, conlleva un nihilismo total, además de programar la destrucción del orden occidental y cristiano. Todo lo que suene o huela a religión, será combatido brutalmente. Recordemos, una vez más, las terribles palabras de Lenin: “Toda referencia a Dios es un autovómito despreciable”.
La doctrina marxista se vuelca de un modo obsesivo contra la religión ¿Qué es la religión? Pues sencillamente una alienación. Dice el judío Marx que “los dioses han aparecido sobre la tierra para aplacar el hambre, para apagar la sed, en una palabra, para remediar la miseria humana”.
Es decir, Marx nos dice que cuando las personas hayan alcanzado en esta vida la felicidad real, ya no hará falta la ilusión de la religión. Ya no habrá que alienarse buscando fuera de sí, en un imaginario más allá, la satisfacción de sus necesidades reales y materiales.
Sobre este tema, también dice el judío: “La religión no es más que el sol ilusorio que gira en torno del hombre, hasta que el hombre gire alrededor de sí mismo como de su propio sol”.
Otras formas de alienación, según Marx, son las jerarquías sociales y los antagonismos de clase entre proletarios y propietarios. La eliminación y abolición de las clases por medio de la supresión de la propiedad privada, traerá la recuperación del hombre completo y la consecución de su verdadera humanidad herida por la sociedad capitalista.
Por otra parte, Marx considera al Estado como un asunto transitorio que desaparecerá cuando sea aplastada la burguesía. El Estado desaparecerá a medida que la perfección del sistema comunista “vaya reemplazando el gobierno de las personas, por la administración de las cosas y la dirección de los procesos de producción”, Engels dixit.
El proletariado será el encargado de esta gran misión, que consistirá en la superación definitiva de toda moral de clase para alcanzar una moral verdaderamente humana.
Y terminamos con otra frase de Engels:
“El alma no se reforma con la religión, sino con la praxis . . . no ideas, sino praxis. No héroes, sino masas”.
En el próximo artículo seguiremos viendo algo sobre el concepto de Estado marxista, totalmente opuesto a lo que realmente es un Estado, es decir, una organización jurídica de la soberanía y gobierno para el bien común.
Continuará.
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