Como decíamos en la anterior entrega, vamos a comentar
algo sobre el libro “Las prohibiciones del Islam”, Editorial La Esfera de los
Libros, S.L., 2006, 119 páginas, escrito por Anne-Marie Delcambre, mujer
francesa estudiosa de asuntos islámicos. De lo que se lee nada comentan los
valientes y las “valientas” Montero (Irene y Chiqui), Yolanda Díaz, Sara. A.
Muñoz, Margarita Robles, Pilar A. Continente, Isabel Rodríguez García, Mónica
García Gómez, etc, etc, y por supuesto tampoco comenta nada Su Sanchidad. Ya
saben: son “valientes” para comentar algunas cosas de hace 50 años, pero cobardes para las
de ahora.
El libro consta de 23 Capítulos, además de
Introducción, Conclusión y Bibliografía. El que más nos ha llamado la atención es
el 11 intitulado “¿El Islam y la sexualidad?”, páginas 63 a 65. En la primera
página se lee:
“Hay que vigilar todos los orificios por
donde salen las secreciones: el esperma, la orina, las materias fecales, la
sangre, los mocos ensucian el cuerpo y se consideran secreciones culpables.
Detalles concretos que se refieren a esta purificación de las partes genitales
y del ano – sólo con la mano izquierda, la mano reservada para esta función –
Lo que hace que nunca se coma con esta mano, sino con la derecha, la mano
noble”.
Después, se lee que “No podemos evitar pensar en un
versículo del Sura 2, el 222: Profeta, se te pregunta sobre la menstruación,
di: es una mancha. Manteneos alejados de las mujeres durante la menstruación;
no os acerquéis a ellas, hasta que no sean puras. La mujer, durante el período
de la regla es impura. Hay que rehuir mancharse”.
En el párrafo siguiente se lee:
“La obsesión por la contaminación está
presente en el Corán. Los musulmanes son puros y están purificados, mientras
que los infieles son solamente impureza”.
En la página 64 se lee:
“La preocupación constante del Islam es la
de ´civilizar´ al hombre, educarlo, para que el hombre no se porte como un
animal. Así, dejar que el pelo crezca sobre el cuerpo, no lavarse, comer de
cualquier manera, emparejarse con cualquier persona, es para el Islam la
negación de toda educación humana y religiosa”.
En la siguiente página 65 se lee:
“La revuelta contra Dios es satánica. La
libertad sexual que niega toda diferencia entre el bien y el mal, entre lo puro
y lo impuro, es una aberración. La trivialización de la homosexualidad es una
perversión satánica”.
Después nos habla la autora sobre el jeque Abd al-Azim
am-Mitaani, profesor de Al-Ázhar, la célebre universidad islámica, el cual,
interrogado en junio de 2003 sobre la homosexualidad, responde que las penas
por los “actos de desenfreno entre mujeres significa el encierro hasta la
muerte.”
En otro párrafo de la misma página, nos dice la autora
que “el jeque Am-Mitaani trata a los homosexuales de perversos que practican
actos inmundos. Son una secreción de la sociedad occidental materialista , que
se orienta hacia la satisfacción de los instintos y de los deseos, dando la
espalda a la religión”.
Sobre estos temas, y otros, no se ven burlas por TVE.
Sin embargo, contra la religión cristiana, concretamente contra la católica, sí
se vieron, como ya saben. Pero, claro, oiga, visitamos al Papa.
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