Como recordarán, el defenestrado comunista Gaspar
Llamazares dijo en su día aquello de que era partidario del “multiculturalismo
identitario” ¿A qué multiculturalismo se referiría este sujeto? ¿Al
que hay en su “modelo referencial” (Cuba), y el que hay en
Corea del Norte, en Venezuela, en los países islámicos, o en la destartalada
URSS? En los países citados no hay ningún tipo de multiculturalismo.
A pesar de que los valores occidentales, basados
fundamentalmente en el cristianismo, son los que predominan en la cultura de la
mayor parte de las sociedades actuales, un grupo grande de la izquierda quiere
tirar por la borda dichos valores. Para ello recurren a un vocablo,
multiculturalismo, que no es otra cosa que tratar de encontrar un sucedáneo al
marxismo-leninismo, atribuyendo a dicha cultura conceptos tales como
imperialista, discriminador, racista, etc, que, sin embargo, son propios y
aplicables a la cultura coránica del Islam, a la que tanto defienden. La hueste
de hoplitas mediáticos de la tal izquierda y de los profesionales de la
diversidad, tertulianos de salón ellos, parece que dan más importancia al
multiculturalismo que a las ideas de democracia, estado de derecho, gobierno
representativo, etc. No nos engañemos: el objetivo de esta izquierda no es la
valoración de otras culturas, sino la desvalorización de la cultura cristiana.
Esto es lo que hace que luchen para que los inmigrantes no se integren en ella.
No
estamos diciendo aquí que no se deban asumir rasgos de otras culturas que sean
mejores que los nuestros. Tomemos el ejemplo del Japón que, como todo el mundo
sabe, hubo un tiempo que se dedicaba a copiar la tecnología occidental,
enseñando a las nuevas generaciones inglés, matemáticas, física, etc. Para nada
hablaban de su milenaria cultura. Otro ejemplo que se podría poner, pero
contrario al anterior, es el de las naciones de América del Norte y del Sur
que, en el siglo XVIII, tenían prácticamente el mismo nivel de vida. Un par de
siglos después, América del Norte estaba completamente industrializada,
mientras que en la del Sur ya sabemos lo que hay. La pregunta parece obvia:
¿por qué no ha copiado América del Sur, como hicieron los japoneses? No vale
decir aquí que
Esta
nueva guerra ideológica de una parte de la izquierda, parece un tanto
exagerada. Pero nada más lejos. Hay algún grupo político que se está dedicando
a transformar ideológica y moralmente a la sociedad siguiendo, muchas veces sin
saberlo, las teorías de Gramsci. No hay más que echar un vistazo a las
enseñanzas de las Humanidades: parece que son masters y cursillos acelerados
dirigidos para intentar demostrar que la civilización occidental es la causa de
todos los males de la Humanidad ¿Acaso esta civilización occidental no es la
que ha transmitido el legado de la libertad, de la racionalidad, del
individualismo liberal, etc? Si se niega todo esto y a la vez se está en
contra, la tragedia vendrá por añadidura.
Los
multiculturalistas se hacen la siguiente pregunta respecto a la inmigración:
¿se debe permitir o no a estas personas que recreen sus propias culturas en la
sociedad que les acoge? La respuesta no parece fácil, ya que la inmigración es
un derecho, pero también es un problema. Lo primero que tienen que pensar estos
multiculturalistas es que estos inmigrantes vienen a mejorar su modus vivendi y que, muchas veces, están
dispuestos a olvidarse de sus costumbres.
No
obstante, estos profesionales de la diversidad hablan de discriminación positiva, es decir que, por culpa de
nuestros códigos, reglas, normas, etc, los inmigrantes no se vean relegados a
un segundo plano. A tal fin, hay que cambiar los horarios de las escuelas,
cambiar los días festivos, enseñarles en su lengua materna, etc, cuando lo que
debían inculcarles era el respeto a
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