Hace unos días, paseando tranquilamente, de repente quedamos un poco asustados cuando pasábamos por delante de una cafetería, al oír unos gritos y unos petardos. Preguntamos que qué estaba sucediendo y nos dijeron que era un partido de eso que llaman fútbol (algunos, algunas y “algunes” dicen “furbo”) en el que estaba jugando España y que había metido un gol. Esto nos trajo a la memoria unas notas que tenemos tomadas sobre el tema, y que vamos a transcribir. Hay que “recuperar la memoria democrática”, oiga.
Como ya hemos escrito varias
veces, el fútbol, morfina del pueblo soberano, nos importa un bledo, dos
cominos y tres dídimos, pero a veces, y debido a determinadas circunstancias,
vemos un poco la “tele” para ver qué sucede.
Así, el 30 de mayo del año 2015,
se celebró en Barcelona la final de la copa del rey (no entendemos muy bien por
qué se llama así, y no Copa de Espala) entre el Bilbao y el Barcelona. Vimos
sólo el comienzo del partido con el objeto de ver cómo iba a reaccionar el
“respetable” cuando se interpretase el Himno Nacional. Y lo previsto pasó:
abucheo monumental y desprecio al Himno, y de rebote a España. Si estas cosas
se consideran como “normalidad democrática”, apaga y vámonos. Como se pudo ver,
prácticamente todo el campo ultrajó el Himno. Aquí no hubo engaños como en
otras ocasiones, en las que se emitía en diferido la audición del mismo, o se
elevaban las notas para que no se oyeran los pitidos.
Por otra parte, en el Título XXI,
Capítulo VI, artículo 543 del Código Penal, se recoge:
“Las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de
hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas,
efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce
meses”.
Al mismo tiempo, el Diccionario
de los “inmortales” de la RAE define ultrajar como:
a).- “Ajar o injuriar”
b).- “Despreciar o tratar con desvío a alguien”.
No se preocupen, oiga, que aquí
no pasó nada ¿Acaso sucedió algo cuando se quemaron, y se queman, banderas
españolas por media España?
¿Y qué hicieron las
“personalidades” que estaban en el palco? Pues nada de nada, empezando por
Felipe VI “El endilgado”, que tal parecía que la cosa no iba con él. El resto no
tuvo los dídimos suficientes de manifestar y expresar su indignación, o al
menos su disconformidad, con lo que estaban viendo y oyendo.
Y todo esto sólo por ver a 22
personas correr detrás de un kilogramo de aire encerrado en un cuero. (Suponemos
que haya también “personos” y “persones”, lo mismo que “hombras” y “hombros”,
que practiquen las correrías detrás del mentado cuero).
En fin, si la cosa fuese en otro
terreno, o en otro escenario, probablemente el asunto sería mucho más
desagradable, por no decir otra cosa.
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