El título completo del libro es “Educación y redes sociales. La autoridad de educar en la era digital”, autor Agustín Domingo Moratalla, Ediciones Encuentro, Madrid, 2013, 224 páginas.
El libro consta de 9 Capítulos, amén de unos apartados que
van de la página 13 a la 24. De los Capítulos destacaríamos el 6 intitulado “Valores
y tiempo libre: desafíos de las redes sociales a la educación moral”,
páginas 111 a 138, y el 8 que lleva por título “La autoridad del profesor:
función, profesión y vocación docentes”, páginas 174 a 194.
Como ya saben, las denominadas “redes sociales” que,
efectivamente son unas redes, ya que muchas personas, adolescentes y jóvenes
principalmente, caen en ellas sin saber cómo salir, están encajando y
empotrando nuevas formas de relacionarse con otras personas, amén de introducir
también otras formas de comunicación social, comunicación que suele perseguir
en muchos casos solamente intereses políticos desde ópticas, en muchos casos
también, carentes de valores éticos y morales, destronando la autoridad y
responsabilidad de los padres en cuando a la educación se refiere, además de
intentar imponer unas normas que nada tienen que ver con nuestra cultura.
Por otra parte, y curiosamente, a pesar de que lo que si dice
en dichas redes está escrito por anónimos, la juventud se cree lo que leen a
pies juntillas. Sofisma “ad verecundiam”: lo dijo Blas, punto redondo.
En el mentado Capítulo 6, y dentro del apartado intitulado “Educación
democrática y tiempo libre”, pagina 114, se lee:
“Entre la autoridad pública que controla lo que se enseña a
los niños en la escuela y la autoridad paterna que controla lo que se les
enseña en el hogar se extiende un gran territorio educativo ocupado por
bibliotecas, tiendas de libros, museos, periódicos, cines, televisión y otras
instituciones culturales cuyos títulos de propiedad n son tan obvios. Sin
embargo, sí es obvio que las decisiones independientes de los padres no pueden
determinar la existencia de ciertas instituciones o si éstas sirven para educar
a los niños. Los padres pueden permitir o prevenir, alentar o desalentar a sus
hijos para ir a bibliotecas o ver televisión educativa, pero no pueden
proporcionar el acceso a cualquiera de estas fuentes si éstas no existen por
virtud de una decisión política. Sin embargo, los bien educados que resultan
los niños fuera de la escuela depende en gran medida del acceso que tengan a
tales fuentes, que se encuentran más allá del poder individual de los padres”.
En el comienzo del Capítulo 8 nos dice el autor lo escrito
por F. Nietzsche en su obra “El crepúsculo de los dioses”:
“Occidente entero carece ya de aquellos instintos de que
brotan las instituciones, de que brota el futuro: acaso ninguna otra
cosa le vaya tan a contrapelo a su espíritu moderno. La gente vive para
el hoy, vive con mucha prisa vive muy irresponsablemente, justo a esto es lo
que llama libertad. Se desprecia, se odia, se rechaza aquello que hace
de las instituciones instituciones: la gente cree estar expuesta al peligro de
una nueva esclavitud allí donde se deja oír simplemente la palabra autoridad”
En fin, recomendamos leer este magnífico libro de D. Agustín
Domingo Moratalla, profesor de Filosofía Moral y Política de la Universidad de
Valencia, y director de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
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