Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos el control bestial que ejerce el Estado sobre el “pueblo soberano”.
El
emplear cualquier tipo de coacción, coerción o violencia para imponer un ideal,
ya sea político, religioso, histórico, etc, va en contra de la libertad de las
personas que, a la larga, dicha libertad se acaba imponiendo, como está
sobradamente demostrado. Esta imposición política, y esta ausencia de libertad,
están presentes en el régimen totalitario castrista desde el 1 de enero de 1959.
Existen
un montón de organizaciones, tales como (UJC), (CTC), (FMC),
(ANAP), (CDR, y alguna más, cuyos miembros y
“miembras” persiguen eliminar las críticas contra todo tipo de disposiciones
que emanen del gobierno.
Por otra parte, y como no podía ser de otra manera,
la enseñanza tampoco se libra del control, ya que al los educandos se les
enseña desde bien jóvenes la ideología marxista, diciéndoles que cuando las
cosas van mal no es por culpa del régimen, sino por culpa del “imperialismo”
(la monserga de siempre).
También
se ejerce control sobre el turismo para que los turistas gasten dólares, además
de procurar que vean lo menos posible, y que no se relacionen con los
opositores clandestinos al régimen. De este modo, cuando retornen a sus países,
hablarán de las maravillas, portentos y prodigios de Cuba. Pocos son los que se
dan cuenta que fueron vigilados, lisonjeados, cebados, timados, estafados,
burlados, encandilados, fascinados, hipnotizados, halagados y engatusados.
A las
personas que no están de acuerdo con el régimen, se las considera como
“burgueses” (otra monserga) y ¡como no!, “amigos del imperialismo”. Para
ejercer este control, el sistema cuenta con la Brigada Especial y con la
Brigada de Acción Rápida.
También
existen los “actos de repudio” que,
según el régimen, son la réplica espontánea y sincera del pueblo contra las
“actividades contrarrevolucionarias”. Cuando tiene lugar un “acto de repudio”,
grupos de personas entonan consignas, lemas, frases, etc, del régimen,
sometiendo a los disidentes y disconformes a todo tipo de vejaciones y
dicterios.
Y terminamos con unas preguntas: ¿cómo es que no se
ven en esta España “sanchista”, como tampoco se vieron en la España del
“gonzalato”, y en la posterior del “zapaterato”, pintadas,
concentraciones, muchedumbres, mítines, protestas, pasquines, etc, de los que
se autocalifican como luchadores por la paz, por la libertad y por la
democracia, contra esta tiranía comunista que sumió a Cuba en un lodazal de
odio, de rencor, de violencia, de intimidación, de crimen, etc, que ya dura 62?
¿Cómo es que tampoco se ven protestas y demás contra un régimen con salarios de
auténtica miseria, en el que no hay ni huelgas, ni sindicatos, ni partidos
políticos? ¿Es esto “normalidad democrática”?
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Continuará.
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