sábado, 30 de noviembre de 2019

“Carta a Stalin” ( I I )



Vamos a dedicar, por aquello de “recuperar la memoria histórica”, unos capítulos a Stalin, sanguinario personaje. Antes de continuar con el libro de Fernando Arrabal, “Carta a Stalin”, Editorial La Esfera de los Libros, S.L., 2003, 202 páginas, del que ya hemos comentado algo en el primer artículo, en éste hablaremos someramente del “Padre de todos los pueblos”.

El anterior artículo lo terminábamos con un panegírico de Rafael Alberti. Éste lo empezaremos con otro de Pablo Neruda. Dice así:

“Stalin construía.
Nacieron de sus manos cereales, tractores, enseñanzas, caminos . . .
Y él allí, sencillo como tú y como yo. . .
Su sencillez y su sabiduría,
su estructura de bondadoso pan
 y de acero inflexible
nos ayuda a ser hombres cada día”.

La verdad es que no están mal ambos panegíricos para un criminal genocida que internó a 18 millones de personas en campos de concentración; que deportó a 6 millones y que asesinó a manos llenas. Entre 1921 y 1938 fusiló a 400.000 personas detenidos por la temible policía secreta. Todo este bagaje no se esconde ni se oculta fácilmente debajo de la alfombra, como decía entonces Alberti, y posteriormente Santiago Carrillo.

En la conferencia de Yalta, celebrada  en febrero de 1.945, con la Alemania de Hitler ya destruida, se fotografió junto a Churchill y Roosevelt. Después de terminar dicha conferencia, Stalin se levantó e hizo un brindis:

“Por nuestra común decisión de fusilar a los criminales de guerra alemanes apenas sean capturados. Debemos hacerlo con todos, sin ninguna excepción. Serán aproximadamente unos 50.000”.

Semejante disparate y exabrupto fue muy celebrado, con excepción de Churchill. Roosevelt, por su parte, también soltó otra majadería diciendo:

“Hace falta llegar a un compromiso. Podemos renunciar a la cifra de 50.000  y quedarnos con 49.500”. Churchill se levantó de la mesa y se marchó.

Otro aspecto terrorífico de este monstruo fue el decreto de 7 de abril de 1935 por el que se podía aplicar la pena de muerte a niños mayores de doce años.

Y para terminar este artículo, recomendamos leer “Koba el temible”, de Martin Amis, Editorial Anagrama, 2004, 320 páginas, libro que comentaremos próximamente.

Continuará.



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