jueves, 13 de septiembre de 2018

Los recentales pastoreados



Algunos saben, y muchos lo ignoran, aquello de la creación del “hombre nuevo” por parte del marxismo, que iba a traer “el porvenir radiante de l a humanidad”. Ese “hombre nuevo” se caracterizaba por una absoluta y total resignación al sistema.  Esta resignación era como una droga que adormecía las conciencias del proletariado, como quedó demostrado durante los 75 años que duró el comunismo en la desparecida URSS.


Dicha resignación emanaba del discurso totalizador del sistema, que transmitía a la gente que el poder no podía ponerse en tela de juicio ni ser contestado, aunque el “pueblo soberano” viese y palpase que el bienestar del que hablaban y hablaban no había llegado a sus vidas ni a sus familias, y que los hechos estaban contradiciendo constantemente a la doctrina del sistema. 

Para esta resignación, el comunismo se valía, y se vale, de los mass-media, controlados desde la cima del poder al más puro estilo de los Gramsci, Münzenberg o Lukacs, que hace que la gente confunda su verdadera existencia con lo que dicta la propaganda y el panel ideológico para el que todos miraban y miran. 

Este brutal lavado de cerebro transmite en su discurso que no hay otra salida. La responsabilidad de los “intelectuales orgánicos” en este terreno es inmensa y terrible pues, si se les supone con un nivel superior al del “pueblo soberano”, no se entiende que viendo a éste pasar hambre y calamidades propias del siglo XIX, no se rebelen y digan ¡basta ya!. Pero, claro, el pesebre es el pesebre, oiga.

Esta resignación viene por motivo del credo único impuesto a la sociedad que va uniformando el pensamiento haciendo creer que todos son iguales, a la vez que consigue confundir  a la gente para que vean las cosas con pensamiento dual y maniqueo:  blanco, o negro;   izquierda, o derecha;  sí, o no.

Este es el “hombre nuevo” :  no el ser humano con capacidad para pensar y reflexionar, sino el moldeado convertido en un esclavo del pensamiento marxista, claro, al que se le cuenta todo tipo de mentiras, embelecos y distorsiones, sobre todo en lo que se refiere a la Historia y a la Religión. El pueblo se convierte así en un rebaño de recentales bien pastoreado.

Y para terminar, lo de siempre: los epítetos y calificativos del manual que vierten sobre las personas que no comulgamos con toda esta barbarie, tales como lacayos de la secta vaticano-sionista, así como del imperialismo, amén de reaccionarios, nazis, fascistas y un largo etc. Dicen lo que saben, pero no saben lo que dicen.



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