miércoles, 19 de septiembre de 2018

El triunvirato



Como ya sabrán, el primer triunvirato romano lo formaron Craso, Pompeyo y César hacia el año 60 a. de C., habiendo más triunviratos posteriores no sólo en Roma, sino en las distintas partes del mundo formando “troikas”, “ternas”, etc. Ustedes ya me entienden. Dos son las características principales de estos triunviratos: su escasa duración y el estar basados en el ordeno y mando.

Actualmente, tenemos en España uno formado por individuos que se autoproclaman a bombo y platillo, y con palmeros incluidos, defensores de la democracia. Lo dicen con tanta contundencia, con tanta machaconería y con tanto convencimiento, que parece que los que no comulgamos con sus planteamientos, postulados, sloganes e ideas, no somos realmente demócratas, cayéndonos los sambenitos y los tópicos típicos de siempre: fascistas, retrógados, reaccionarios, etc, etc.

Si nos fijamos un poco, este tipo de democracia que sustentan estos sujetos, está basada en unos pilares que nada tienen que ver con ella, pilares que no son otros como la demagogia, la mentira, el odio, los fines ocultos, el fraude político, el desprecio al electorado, la corrupción, la incoherencia, etc.

Con la demagogia se persigue, de forma falsa, cínica y farisea, la adulación y ensalzamiento del “pueblo soberano”, haciéndole creer que los “famosos” de la telebasura, por ejemplo, son tan de carne y hueso y tan iguales al fiel espectador. Ahí tenemos a esos “artistas” ensalzados e izados hasta las cumbres de la fama y de la opulencia con unas canciones y películas que parecen extraídas de las cloacas. Con esto se crea una especie de “solidaridad” entre estos “famosos” y el citado “pueblo soberano”. El nivel cultural y la excelencia no importan. El embrutecimiento a base de circo y "furbo"es la moda y el fin.

Luego están la mentira y el odio. Es mucho más sencillo y fácil inculcar el odio que el amor y la caridad, ya que el odio siempre busca un chivo expiatorio al que se le culpa de los problemas y errores propios. El pensamiento marxista sabe mucho de esto.

Por el contrario, la caridad y el amor siempre están dispuestos a la armonía y a la comprensión, intentando arreglar las cosas por medios pacíficos. Pero esto no interesa porque no se obtienen beneficios. Éstos se obtienen con el fomento y la expansión del citado odio, que no es otro que la “lucha de clases” del vago y derrochón Carlos Marx, ampliado ahora a la “lucha de razas”, “lucha de religiones”, “lucha de sexos” y lucha de lo que sea.

Con los fines ocultos, que hay muchos, se persigue comprobar, entre otras cosas, si el “electorado” (el de ellos, el otro no le interesa) está de acuerdo con la gestión del gobierno. El que la nación marche bien o mal no les importa absolutamente nada. Y para tener contento a este electorado, no dudan en despilfarrar millones y millones que tan cómodamente detraen de los impuestos de todos.

El fraude político y el desprecio al electorado están a la orden del día. Ya me dirán cómo y por qué no se convocan elecciones en estos mismos momentos. El electorado daría un vuelco y esto no interesa ¿Les parece poco desprecio la afirmación de aquel ministro, de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando decía que no hacía falta leer la Constitución, ya que lo único que se pedía era que se votase?

Y al final viene la corrupción, de la que ya comentamos  algo en nuestro artículo “Corrupción: cien años de honradez”, insertado en este blog con fecha 30 de junio de 2.017.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog