Los medios afines a los de la
internacional de la mentira, del odio y del terror, se muestran altamente
satisfechos cuando una banda terrorista hace una oferta de “alto el fuego”, o
en su defecto, “tregua”. Ambos términos son erróneos y engañabobos.
El terrorismo, cuyo objetivo
y razón de ser es la agresión a muerte para conseguir sus fines, nunca ha
mencionada para nada su disolución o su desarme, a la vez que tampoco ha pedido
perdón por sus horrendos crímenes. Todo lo contrario: se han reído de las
víctimas.
De las negociaciones con los
gobiernos, que en un principio se niegan y más tarde se reconocen, siempre se
obtienen contrapartidas o compromisos políticos de los que el terrorismo sale
beneficiado. Entre esas contrapartidas y compromisos podemos destacar: derribar
la Constitución
para amoldarla a sus fines; ir contra la Unidad de España; ir contra todo tipo de derechos
y libertades, etc, etc.
Aún suponiendo que esta
“banda” desaparezca (de sobra sabrán a quiénes nos referimos), las secuelas y
heridas que ha dejado después de 40 años de terrorismo, han creado y generado
unos problemas y conflictos, la mayoría de ellos totalmente artificiales,
difíciles de resolver y que probablemente perdurarán en las generaciones venideras.
Estructuras e instituciones
tanto sindicales como empresariales, pasando por la banca, las industrias, la
cultura, la Iglesia ,
los medios de comunicación, los deportes, etc, etc, están metidas tan de lleno
en el entramado y urdimbre separatista, que hace que todo este tinglado, con
sus ramificaciones, sea difícilmente erradicable.
Si a todo esto unimos la “reinserción” de los encarcelados, el antiespañolismo que se respira ya sabemos dónde, y el constante daño que se hace a las víctimas del terrorismo, tendremos un panorama poco menos que desolador.
En fin, mientras sigamos
hipnotizados con aquello de que la “tregua” es la paz, y no nos demos cuenta de
que no es más que un entreguismo y una claudicación, no habrá nada que hacer.
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