jueves, 6 de septiembre de 2018

Terrorismo: eficaz arma política ( I )



Los medios afines a los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, se muestran altamente satisfechos cuando una banda terrorista hace una oferta de “alto el fuego”, o en su defecto, “tregua”. Ambos términos son erróneos y engañabobos.

El terrorismo, cuyo objetivo y razón de ser es la agresión a muerte para conseguir sus fines, nunca ha mencionada para nada su disolución o su desarme, a la vez que tampoco ha pedido perdón por sus horrendos crímenes. Todo lo contrario: se han reído de las víctimas.

De las negociaciones con los gobiernos, que en un principio se niegan y más tarde se reconocen, siempre se obtienen contrapartidas o compromisos políticos de los que el terrorismo sale beneficiado. Entre esas contrapartidas y compromisos podemos destacar: derribar la Constitución para amoldarla a sus fines; ir contra la Unidad de España; ir contra todo tipo de derechos y libertades, etc, etc.

Aún suponiendo que esta “banda” desaparezca (de sobra sabrán a quiénes nos referimos), las secuelas y heridas que ha dejado después de 40 años de terrorismo, han creado y generado unos problemas y conflictos, la mayoría de ellos totalmente artificiales, difíciles de resolver y que probablemente perdurarán en las generaciones venideras.

Estructuras e instituciones tanto sindicales como empresariales, pasando por la banca, las industrias, la cultura, la Iglesia, los medios de comunicación, los deportes, etc, etc, están metidas tan de lleno en el entramado y urdimbre separatista, que hace que todo este tinglado, con sus ramificaciones, sea difícilmente erradicable.

Si a todo esto unimos la “reinserción” de los encarcelados, el antiespañolismo que se respira ya sabemos dónde, y el constante daño que se hace a las víctimas del terrorismo, tendremos un panorama poco menos que desolador.

En fin, mientras sigamos hipnotizados con aquello de que la “tregua” es la paz, y no nos demos cuenta de que no es más que un entreguismo y una claudicación, no habrá nada que hacer.



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