Ya hemos comentado varias veces la pedantería, la soberbia, la suficiencia y la arrogancia de los marxistas, sobre todo alguno que decía de sí mismo “tengo mucho de científico”.
El lenguaje que emplean suele ser brusco con el fin de destruir al contrario, ya que no tienen argumentos para destruir sus ideas. No digamos ya nada cuando esos contrarios son ex comunistas que tuvieron la valentía de denunciar todo el terror, el horror y la gran mentira que es y fue el comunismo.
Los epítetos comunes ya sabemos cuáles son: agentes de la CIA, retrógrados, reaccionarios y, sobre todo, lacayos del imperialismo.
Los Húber Matos, Jorge Masetti, Ileana de la Guardia, S. Melgunov, Dimitri Volkogónov, Zhigniew Bjzezinski, M. Voslensky, César Leante, Carlos Franqui, Norberto Fuentes, Yuri Kariakin, Vasili Mitrokhin, Kravchenko, Nina Berberova, Karel Bartosek, Pavel Sudoplatov (este cuenta las atrocidades, pero sin arrepentirse), Boris Souvarine, Pío Moa, Carlos Semprún Maura, Francisco Félix Montiel, Enrique María Matorras, Enrique Castro Delgado, André Frossard, François Furet, Jean François Revel, André Gide, Douglas Hyde, Bertrand Russell, Orlando Figes, el médico de la NKVD José Landowsky, Svetlana Stalin, el general soviético Gualterio G. Krivitsky, Michel Heller, Vladimir Bokovsky, Eugenia Ginzburg y un larguísimo etc., que conocieron el comunismo en su propia carne y se atrevieron a denunciarlo, ¿fueron también lacayos del imperialismo?.
Lo peor de todo es que estos pedantes son lacayos del marxismo, pero sin enterarse.
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