Pensamientos y reflexiones ( L )

 

Los “historieteros” de la internacional de la mentira, del odio y del terror, nada dicen de que tanto la Europa Occidental, como América, tienen unos principios básicos homogéneos basados en tres orígenes y fundamentos. A saber: a).- La cultura griega; b).- La religión cristiana, y c).- El industrialismo.

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Hay personas, “personos” y “persones” que dicen que son felices y que gozan de mucha “libertad”. Pero en el momento que salen a relucir cosas o críticas de lo que dicen y hacen, la ira, la furia, la rabia, la cólera, el arrebato, el rencor, etc, etc, salen de su interior como turbinas.

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Los mentados “internacionalistas”, hablan y hablan de bondad, de humanidad, de cordialidad, de tolerancia, etc, actuando con un dogmatismo que critican cuando éste aparece en otros terrenos, en los que aparecen ateos y agnósticos. El que quiera entender que entienda. Estos “internacionalistas” sólo tienen fe en la “razón”. La “razón”, la de un loco, la que tenía D. Quijote cuando decía que eran gigantes, pero el que estaba en posesión de la verdad era Sancho al decir que eran molinos.

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                                                                                                                Siguiendo con estos “internacionalistas”, se sienten nostálgicos anhelando el pasado, que no dejó más que miseria, terror y hambre. Pedro, claro, oiga, para eso está el sofisma “ad verecundiam”, o la falacia “magister dixit”: lo dijo Marx, Lenin, Gramsci, Engels, Fidel Castro, Stalin, etc, punto redondo.

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Como ya hemos dicho varias veces, conocimos un pedante marxista infumable que decía de sí mismo que tenía mucho de científico y de intelectual. Para ser ambas cosas hay que comentar los asuntos de acuerdo con las verdades y con la evidencia, y cuando los hechos, los temas y los asuntos no son concluyentes ni están de acuerdo con la realidad, hay dejar de decir tonterías.

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Es increíble que personas, “personos” y “persones”, que han llegado a ser importantes, sin mérito alguno, se les tenga una estima de caer para atrás. El que quiera entender, que entienda también.

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La injuria, el ultraje, la ofensa, el improperio, el insulto, la infamia, la mentira, etc, etc, no consiguen siempre lo que pretende. Lo que sí consiguen es ensuciar y ennegrecer la boca, o las bocas, de los, las y “les” que las pronuncian.

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Cuando se contesta a la injuria, al ultraje, a la ofensa y lo que vimos antes, con los mismos calificativos, es como si se intentase fregar, lavar, bañar, etc, el fango con el propio fango.