Como ya saben, los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, hablan y hablan de libertad cuando les interesa. Así, por ejemplo, a los jóvenes de ahora les dicen que dicha libertad hace años estaba atenazada por la familia, por las normas sociales vigentes en aquel entonces y, sobre todo, atenazada por la religión. Los jóvenes de aquella época, “estabais hipnotizados”, nos dicen ahora.
Los que en
realidad están hipnotizados son los jóvenes de ahora porque, entre otras cosas,
no tienen ni familia, ni principios, ni metas, ni Dios, ni ningún valor por el
que merezca la pena vivir. Son desvergonzados y nihilistas. A pesar de estas
carencias, “lo tienen todo claro”: las certezas totalitarias les fascinan,
aunque jamás hayan leído nada sobre Lenin, Marx, Marigella, Gramsci, Rosa
Luxemburgo, etc, etc. Pero es igual: el fanatismo les sale por los cuatro
costados argumentando una serie de tópicos típicos que no resisten el menor
análisis. Hacen grandes y fantasiosas afirmaciones de manual, tratando siempre
de imponer. Y cuando tratas de explicarles algo, lo de siempre: facha,
trasnochado, insolidario, vejestorio, reaccionario, etc, etc.
La verdad es que da pena oírlos porque representan el aspecto más negativo de
la crisis intelectual y moral de estos tiempos, tiempos que han sustituido al
“homo sapiens” por el “homo faber”.
Estos jóvenes de ahora son hábilmente manipulados. Se les transmite
subliminalmente todo tipo de confusiones, equívocos, desviaciones, etc, con el
objeto de romper su espíritu. Estas confusiones, equívocos y desviaciones, son
utilizadas y bien cocinadas con todo tipo de propaganda, introduciéndolas en la
educación, en el ámbito cultural, en la economía, en la política y, sobre todo,
en la religión. Y si no, miren ustedes las reformas laicistas en la citada
educación, así como también el planteamiento de la escuela sin religión y sin
tradición.
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