Vamos a insertar unas entregas en las que veremos que
en aquella Segunda República no había ni orden, ni respeto ni libertad, por
mucho que los “historieteros” digan lo contrario. Esto que decimos está basado
en comentarios, hechos, citas, imágenes y frases de libros y de periódicos, que
omiten los “historieteros bienpagaos” de lo políticamente correcto.
Dichos “historieteros” no dejan de bombardearnos con
lo de que en aquellos tiempos republicanos los enfrentamientos que se
planteaban eran contra el enemigo “fascista”.
Como ya saben, los de la internacional de la mentira,
del odio y del terror, disculparon, y disculpan, a Largo Caballero por su
actuación y dichos sobre la revolución de octubre de 1934, así como los sucesos
y acontecimientos independentistas de Cataluña en aquellos años.
Para empezar, diremos que el citado Largo Caballero
mintió al Fiscal cuando éste le preguntó por su por su actuación y fomento en
la citada revolución de octubre de 1934. Y mintió porque dijo que dicha
revolución se había producido por la entrada en el Gobierno de miembros de la
CEDA, a los que se les tachaba de “enemigos
de la República” por el mero hecho de ser católicos. Esto que escribimos,
aún lo decía un pedante infumable marxista no hace mucho tiempo, diciendo
también que sobre este tema había que “cuidar
las fuentes”, siendo la suyas las verdaderas, obviamente.
Como hay que “cuidar las fuentes”, veamos lo que nos
dice Enrique Moradiellos en “El Basilisco”, número 27, enero-junio200, en “El gobierno británico y Cataluña durante la
República y la guerra civil. Del oasis catalán al infierno de la revolución
social”, páginas 21 a 36. En la 23 se lee, refiriéndose a lo que decían por
aquel entonces las autoridades británicas:
“La
entrada en el gobierno del partido radical de cuatro (sic) ministros católicos
de la Ceda, de ningún modo justificaba la respuesta socialista”.
La propaganda de aquellos años insistía con el tema de
la CEDA para justificar la revolución. Así, “El Socialista” publicó que “transigir con la CEDA es conformarse
buenamente con la restauración borbónica . . . ¿Se vienen a eso los
republicanos? Nosotros, no” ( I ).
En fin, como había que ir a la revolución, la entrada
en el gobierno de la CEDA (en realidad sólo fueron tres ministros), fue la
disculpa y el pretexto para que estallase dicha revolución.
( I ).- “El bienio negro y la insurrección de Asturias”, autor Juan Simeón
Vidarte, Ediciones Grijalbo 1978, página 239.
Continuará.
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