La cúpula marxista de la destartalada URSS, tenía sus ojos puestos en España en los años treinta del siglo pasado. Así, Lenín, con su pedantería infumable, decía durante la celebración del Congreso de la Komintern en 1.920: “Yo afirmo, y la historia me dará la razón, que el segundo país con dictadura proletaria en Europa será ciertamente España”. Sin comentarios.
Por otra parte, Trotsky, en su folleto “La revolución en España”,
1.931, escribía: “Otra vez la cuerda se rompe por lo más delgado. Ahora
le toca el turno a España”.
Sobre los incendios y quemas de conventos e iglesias por parte de las hordas
marxistas, en el diario “El Sol” de fecha 11 de mayo de 1.931,
aparece una nota conjunta firmada nada más y nada menos que por Gregorio
Marañón, José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala. Dice así:
“Quemar, pues, conventos e iglesias no demuestra ni verdadero celo
republicano, ni espíritu de avanzada, sino más bien un fetichismo
primitivo o criminal que lleva lo mismo a adorar las cosas materiales que
a destruirlas. El hecho repugnante avisa del único peligro grande y efectivo
que para la República existe: que no acierte a desprenderse de las formas y las
retóricas de una arcaica democracia en vez de asentarse desde luego e
inexorablemente en un estilo de nueva democracia.
Inspirados por ésta, no hubieran quemado los edificios, sino más bien se
habrían propuesto utilizarlos para fines sociales. La imagen de la
España incendiaria, la España d del fuego inquisitorial, les habría impedido,
si fuesen de verdad hombres de esta hora, recaer en esos estúpidos usos
crematorios”
En imagen un grupo de brigadistas que decían venir a España para luchar por la
“libertad y la democracia”, con una bandera con la hoz y el martillo, símbolo
de la dictadura más atroz y criminal de la Historia.
¿Figurará esto en la “memoria democrática”
de “Su Sanchidad” y de Sor Yolanda?
Continuará.
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