lunes, 23 de agosto de 2021

Tener, saber y poder


 Había una canción que hablaba sobre “Salud, dinero y amor” como las tres cosas que desearía toda persona. Otras prefieren el tener, saber y poder. Dentro de estas últimas preferencias hay más cosas que pueden constituir el desiderátum de muchos gobernantes ineptos, como fue el caso del Bobo Solemne, del actual Sancheznstein y de algunos más. Tales cosas serían, por ejemplo, el terror, ya sea físico o psíquico; el poder propiamente dicho; el dinero de los demás; la mentira, el cinismo, el engaño, el embeleco, etc. Todo esto bien cocinado, junto a los deportes de “masas” y a la televisión cutre del catre, constituye no un opio del pueblo, sino una morfina, que ni el mismísimo Marx se hubiera imaginado.

Sobre el terror, se pueden escribir páginas y páginas. Así, por ejemplo, ahí tenemos el terror físico islamista, castrista o norcoreano. Bien es verdad que el terror se ha dado siempre. No tenemos más que dar un vistazo a las conquistas antiguas de suevos, vándalos, alanos, mongoles, etc, etc. Pero este terror era un sentimiento de tribu que se terminaba rápidamente. El de ahora es completamente distinto, ya que es un terror estudiado, “racional” y sistemático: se planifica y se justifica contra los enemigos de clase. En resumen: el socialismo es el origen del terror moderno, entendiendo por tal al nacido en 1.789 con la Revolución Francesa. Y dicho terror, ya sea de origen marxista-leninista, nazi  “socialdemócrata”, llegó a su máxima expresión en el pasado siglo XX, y ahora en el XXI con los talibanes.

Otro desiderátum es el poder. Esto es lo más peligroso porque si no se le controla y no se reparte, se llega rápidamente a la tiranía. Si echamos otro vistazo a la historia, nos encontraremos que, con los socialismos, allí donde han posado sus zarpas, siempre han ejercido el poder del modo más absoluto. Esto es innegable.

El siguiente desiderátum sería el dinero, que es un medio para crear empresas y bienestar. Pero también en este aspecto el sistema socialista no acepta esto. Lo único que acepta es acomodar y acumular el dinero para sus fines. Es decir, lo utiliza como un arma de poder. Y sino que se lo pregunten a los herederos del multimillonario Polanco. Como cumplía con las normas dictadas por el poder, no era considerado como un capitalista. Y sin embargo Emilio Botín, que ha creado un montón de empresas con miles y miles de puestos de trabajo, fue considerado como un capitalista. Para eso está el “manual”, oiga.  

¿Y la mentira?  Esto ya no es un desiderátum, sino la esencia misma del socialismo. Ya decía Lenin que la mentira era una buena arma revolucionaria. La mentira va contra la esencia de la democracia. Y a pesar de esto, el ir contra la verdad es de lo más rentable. Por eso tuvimos, y tenemos, los gobiernos  que merecemos. De los que se avecinan vale más no hablar.

¿Y el pueblo?  ¡Pobre pueblo! A él se recurre cuando interesa y conviene. Y lo peor es que se le engaña miserablemente. Sino que se lo pregunten a los pueblos de Cuba, de la implosionada URSS, de Corea del Norte, de Venezuela, o de la mismísima China y de la España del “gonzalato”, del “zapaterato  y a la del actual “sanchismo”. Del “borbonato” no decimos nada porque no merece la pena perder el tiempo con la “raleaza”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog