Había una canción que hablaba sobre “Salud, dinero y amor” como las tres cosas que desearía toda persona. Otras prefieren el tener, saber y poder. Dentro de estas últimas preferencias hay más cosas que pueden constituir el desiderátum de muchos gobernantes ineptos, como fue el caso del Bobo Solemne, del actual Sancheznstein y de algunos más. Tales cosas serían, por ejemplo, el terror, ya sea físico o psíquico; el poder propiamente dicho; el dinero de los demás; la mentira, el cinismo, el engaño, el embeleco, etc. Todo esto bien cocinado, junto a los deportes de “masas” y a la televisión cutre del catre, constituye no un opio del pueblo, sino una morfina, que ni el mismísimo Marx se hubiera imaginado.
Sobre el terror, se pueden escribir páginas y
páginas. Así, por ejemplo, ahí tenemos el terror físico islamista, castrista o
norcoreano. Bien es verdad que el terror se ha dado siempre. No tenemos más que
dar un vistazo a las conquistas antiguas de suevos, vándalos, alanos, mongoles,
etc, etc. Pero este terror era un sentimiento de tribu que se terminaba
rápidamente. El de ahora es completamente distinto, ya que es un terror
estudiado, “racional” y sistemático: se planifica y se justifica contra los
enemigos de clase. En resumen: el socialismo es el origen del terror moderno,
entendiendo por tal al nacido en 1.789 con
Otro desiderátum es el poder. Esto es lo más
peligroso porque si no se le controla y no se reparte, se llega rápidamente a
la tiranía. Si echamos otro vistazo a la historia, nos encontraremos que, con
los socialismos, allí donde han posado sus zarpas, siempre han ejercido el
poder del modo más absoluto. Esto es innegable.
El siguiente desiderátum sería el dinero, que
es un medio para crear empresas y bienestar. Pero también en este aspecto el
sistema socialista no acepta esto. Lo único que acepta es acomodar y acumular
el dinero para sus fines. Es decir, lo utiliza como un arma de poder. Y sino
que se lo pregunten a los herederos del multimillonario Polanco. Como cumplía
con las normas dictadas por el poder, no era considerado como un capitalista. Y
sin embargo Emilio Botín, que ha creado un montón de empresas con miles y miles
de puestos de trabajo, fue considerado como un capitalista. Para eso está el
“manual”, oiga.
¿Y la mentira? Esto ya no es un desiderátum, sino la esencia
misma del socialismo. Ya decía Lenin que la mentira era una buena arma
revolucionaria. La mentira va contra la esencia de la democracia. Y a pesar de
esto, el ir contra la verdad es de lo más rentable. Por eso tuvimos, y tenemos,
los gobiernos que merecemos. De los que
se avecinan vale más no hablar.
¿Y el pueblo? ¡Pobre pueblo! A él se recurre cuando interesa
y conviene. Y lo peor es que se le engaña miserablemente. Sino que se lo
pregunten a los pueblos de Cuba, de la implosionada URSS, de Corea del Norte, de
Venezuela, o de la mismísima China y de la España del “gonzalato”, del
“zapaterato y a la del actual “sanchismo”.
Del “borbonato” no decimos nada porque no merece la pena perder el tiempo con
la “raleaza”.
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