martes, 10 de agosto de 2021

El pacto del olvido y del silencio


 En esta España actual rota, desmembrada, enfrentada y triturada,  la Historia  está  sujeta  y subordinada a un pacto para  silenciar  las  palabras, obras y actitudes de un bando, pacto que lleva al olvido y al silencio. Y si no que se lo pregunten a ciertos “historieteros” de lo políticamente correcto. (Permítasenos utilizar esta palabra que no viene en el Diccionario de los “inmortales” de la RAE, aunque sí viene historieta). En cuanto a lo “políticamente correcto” ya se sabe qué es: desistir de los propios criterios, razonamientos, tendencias y pensamientos, con el objeto de admitir y aceptar dichos criterios, razonamientos, tendencias y pensamiento de una “mayoría” que, en la mayor parte de los casos, está compuesta por ignorantes, badulaques, bausanes, cenutrios, faramalleros, fementidos, gárrulos, loquinario, tarúpidos, truchimanes, etc.

Nosotros, que no pertenecemos a dicho bando, tratamos de airear lo que se quiere ocultar ¿No hay que “recuperar la memoria histórica? Pues vayamos a ello.

La izquierda en general y sus “historieteros”, no cesan de bombardearnos con que el advenimiento de la República fue por pura cuestión democrática. Si esto fue así, ¿por qué se sublevaron contra ella en 1934? Si, efectivamente, había democracia, en el año anterior, en 1933, habían ganado las derechas, ¿no había que respetar el resultado democrático?

La sublevación de octubre de 1934 demostró que prácticamente había dos bandos bien definidos y que la convivencia iba a ser muy difícil. Como cosa curiosa hay que decir que, aunque en 1936 la izquierda ganó en diputados, no ganó en votos. Asimismo, los mismos que se sublevaron en 1934 contra el gobierno democrático establecido, fueron los que ganaron en 1936, planteando y planeando, no una verdadera República, sino una revolución de corte marxista. Y aquí es cuando se rebela la derecha, ya que la citada revolución agitada y dirigida por Moscú y sus “asesores”, comienza con incendios, crímenes y asesinatos, amén de inculcar al pueblo el odio al ejército y al clero.

Además, el enfoque marxista del conflicto, fue pregonado a los cuatro vientos: unos partidos representaban los intereses del pueblo; otros los de Cataluña y Vascongadas, perdón, Euskadi, y otros los de la oligarquía, burguesía, etc, etc

Se dice machaconamente que las propuestas de la izquierda durante la República se referían siempre a los intereses de los trabajadores. La verdad es que no hubo prácticamente ningún beneficio, pues el paro, el hambre, el ataque a todo lo que sonase a privado, etc, etc., empeoraron la situación.

Por otra parte, la prepotencia e ineptitud de muchos políticos fue otra causa del desastre. Así, Azaña, por ejemplo, estaba convencido que únicamente los republicanos de izquierda eran los capacitados para gobernar. Como recordarán, cuando perdió las elecciones de 1933, este sujeto intentó dos golpes de estado. Y cuando se vio en el gobierno en 1936 dijo que el poder quedaría siempre en manos de los suyos. Hay que decir, en honor a la verdad, que Manuel Azaña era un político moderado de izquierdas. Los que no eran moderados, ya sabemos quiénes eran y cómo reaccionaron. Y para muestra un botón: en una sesión parlamentaria celebrada el 4 de julio de 1934 en el Congreso, el orondo socialista Indalecio Prieto sacó una pistola amenazando a los diputados. Esta noticia la comentaremos más ampliamente en la próxima entrega.

Solamente una consideración: si esto lo hubiese hecho un diputado de derechas, ya se imaginarán la que se hubiese armado. Habría pasado a la Historia con todo el bombo y platillo. Pero como lo hizo el socialista Prieto, no solamente no pasó nada, sino que este hecho, y otros muchos, se silenciaron. Para eso está la “recuperación de la memoria histórica”, oiga.



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