viernes, 20 de agosto de 2021

“Fidel y Raúl. Mis hermanos” ( I I )


 

El título completo del libro es “Fidel y Raúl. Mis hermanos. La historia secreta. Memorias de Juanita Castro contadas a María Antonieta Collins”, autora Juana Castro Ruz, Colección DEBOLSILLO, publicado diciembre 2016, 429 páginas, más otras 17 que aparecen al final del libro con fotografías de la familia Castro-Ruz y de otras personas.

Como decíamos en la anterior entrega, de todos los libros que hemos comentado en este blog sobre la tiranía castrista, éste y “La vida oculta de Fidel Castro”, son los que más nos han impresionado. La obra está escrita por una hermana de Fidel y de Raúl, Juanita, que nos narra la vida familiar, amén de unos hechos que influyeron en casi toda Hispanoamérica. Por el libro desfilan personajes que participaron en la revolución cubana, tales como Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, etc.

En las páginas 33 y 34 nos cuenta Juanita unos pequeños detalles cuando murió la madre de los Castro, Lina Ruz, en agosto de 1963, tres años y medio después de implantarse la tiranía castrista:

“No era un secreto que nadie en Cuba que en ese agosto de 1963 mi relación con Fidel estaba prácticamente terminada. Y tampoco era un secreto que eso era porque poco después del triunfo de la revolución yo me había dedicado a sacar a gente de la cárcel y a ayudar a los que quería ir. A causa de esto, en más de una ocasión lo enfrenté abiertamente, y eso terminó con derrumbar nuestra relación.

Mis pensamientos fueron cortados por el ruido familiar de puertas de autos que se abrían y cerraban rápidamente, así como de pasos que entraban en mi casa: Fidel había llegado acompañado de su séquito y, como de costumbre, de inmediato me interrogó sobre lo que había pasado. Le expliqué todo.

-        Esta misma noche nos vamos a llevar a mi mamá para sepultarla junto al viejo. Ya ordené que tengan listo un tren para hacer el traslado.

Fidel tenía razón porque había que cumplir su dese más grande, el que ella siempre nos repetía: ‘Cuando muera, yo tengo que estar en Birán, junto a su padre, ¡en ningún otro sitio más!

Fidel le pidió a Raúl que se hiciera cargo de los trámites oficiales, mientras Angelita, Agustina, mi tía María Julia y yo escuchábamos los detalles sobre lo que él ya había decidido serían los próximos pasos.

Con esa pregunta con la que Fidel había decidido todo sin consultarme, había algo en lo que él no había pensado, que me preocupaba: Enma, mi otra hermana que estaba en México.

-Hay que esperar a que Enma llegue, Fidel. Está desesperada porque no hay vuelos que la traigan de inmediato a La Habana, de otra forma no va a llegar al funeral.

Éste fue ‘mi encuentro del día’ con Fidel mientras yo trataba de explicarle mi preocupación.

-        Ha buscado ayuda y nadie se la ha podido dar, incluso habló con el ex presidente Lázaro Cárdenas, y éste le dijo que la única posibilidad sería que tú enviaras un avión de la Fuerza Aérea cubana por ella . . .

-        ¡No! ¡De ninguna manera – me respondió inmediatamente - ¡Por nadie hago concesiones burguesas porque ésta es una época de gran austeridad de la revolución!

Enfurecida le respondí, sin importar quién me escuchara:

-Si fuera un ruso o cualquier otro que a ti te interesara, seguramente lo harías, pero no mueves un dedo por tu hermana ¡que quiere llegar a estar con su madre que ha muerto!”

En otro párrafo, nos dice la hermana de Fidel Castro:

“Nunca imaginé que aquel 6 de agosto de 1963, el día de la muerte de mi madre, marcaría el final de mi relación con mi hermano”.

Continuará.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog