Estos calificativos se suelen emplear contra personas
que carecen de títulos universitarios o académicos, como si dichos títulos eximiesen de la carencia y penuria mental e intelectual.
Estos “titulados”, en el asunto histórico, por
ejemplo, con sus trueques, mentiras, embelecos y cambalaches configuran una
historia muy “ad hoc” a sus intereses políticos. Esto está sobradamente
demostrado en nuestra Historia. El gran filósofo Ortega y Gasset ya advertía en
plena Guerra Civil española, concretamente en 1938, sobre la irresponsabilidad
e incapacidad de los intelectuales occidentales por la manera con la que
estaban actuando ante los acontecimientos de dicha guerra.
Se ve a todas horas en los “mass-media”, y sobre todo
en el “ente”, gente con “títulos” que exhiben y comentan a bombo y platillo. A
pesar de esto, cada vez que abren la boca se les ve la alfalfa. O son tarúpidos,
o estúpidos, oiga. Pero esto no es óbice, ni valladar ni cortapisa para que
esta troupe emplee estos calificativos contra los que no tienen sus ideas, ya
sean en el terreno económico, religioso, político e incluso en el deportivo,
sobre todo en el tema de la morfina del pueblo, es decir, el “furbo”.
Sobre la educación que imponen estos sujetos ¡para qué
vamos a hablar! Adoctrinamiento y “tutela” para enseñar a “pensar”, a “creer”,
etc, etc. Gramsci no lo hubiese hecho mejor.
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