Los cubanos deben estar “agradecidos” a Fidel Castro Ruz (no Ruíz, como
escriben algunos indocumentados), por lo siguiente:
Por torturar y asesinar a familiares y compatriotas. Por sus
cárceles-zahúrdas donde languidecen los disidentes cubanos. Por las Brigadas de
Respuesta Rápida. Por los actos de repudio. Por las “Avispas Negras”. Por los
infiltrados y por los “chotas” (chivatos). Por las “jineteras”. Por la
prostitución infantil. Por la persecución. Por la emigración forzada. Por la
dieta “voluntaria”. Por robar pertenencias y posesiones a sus legítimos dueños.
Por la miseria. Por no dejar utilizar teléfonos móviles (sólo los adeptos al
régimen y la “nomenclatura” pueden hacerlo). Por no poder hospedarse en un
hotel para turistas. Por no estar permitidas antenas con las que se puedan ver
programas de otros sitios. Por el servicio de telefonía, que solamente puede
utilizarlo personal de confianza, con el visto bueno del CDR (Comité de Defensa
de la revolución). Por “las relaciones con la economía estatal”, es decir, el
mercado racionado en el que sólo se puede comprar en pesos cubanos no en el sitio
que uno quiera, sino en el que le sea asignado. Los recién casados no tienen
opción de elegir dónde pasar su luna de miel. La pasarán donde les toque.
También estarán agradecidos por lo siguiente:
No tener libre acceso a la playa de Varadero y demás centros turísticos
para extranjeros, como Cayo Coco, Cayo Guillermo . . .A los ciudadanos no se
les informa de la situación financiera del país, así como del déficit comercial
,etc. Por no dejar a la población crear organizaciones e instituciones
independientes. Por no dejar a los productores alquilar una casa para pasar las
vacaciones en la playa. Sólo tienen este privilegio “los trabajadores de
vanguardia”. Por no poder asistir al “Club Habana” (propiedad de unos pocos) a
pesar de la llamada “justicia social”. Al “trabajador de vanguardia” se le
puede asignar un coche, pero no puede venderlo. Si un cubano es maestro y no
está integrado en las MTT (Milicias de Tropas Territoriales), no podrá ejercer
como tal. Cuando una persona (funcionario, deportista, etc.) pide asilo
político durante un viaje al extranjero, sus familiares no podrán salir de Cuba
durante cinco años. Los estudiantes de la enseñanza media, tienen restricciones
para continuar sus estudios, ya que la “actitud política y la conducta social”
son la base para seguir estudiando (Artículo 23 del Código de la Niñez y la
Juventud). Si un joven adquiere una profesión de nivel medio o superior, no
puede trabajar donde quiera: se le obliga a cumplir el servicio social en el
puesto que se le ordene. No se permite a la iglesia católica repartir ayuda
humanitaria directa. Los niños en las escuelas están obligados a firmar los
documentos políticos que elaboran las autoridades. Sólo los militantes
comunistas tienen acceso a Internet. Si una persona vive en el extranjero y
compra un coche para regalárselo a un familiar o a un amigo residente en Cuba,
no podrá hacerlo. Los ciudadanos no pueden comprar al Estado (el único
suministrador) electrodomésticos en moneda nacional. No se autoriza el
movimiento de personas para ir a vivir en Ciudad de la Habana en los municipios
del Cerro, Centro Habana, 10 de Octubre y Habana Vieja. El pueblo no tiene
acceso a la obra del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y demás
escritores que no sean adeptos al régimen. No se puede viajar por el interior
del país en autocares “Viazul”, con aire acondicionado, snack bar, etc. Sólo lo
pueden hacer los turistas que pagan en dólares (la moneda enemiga). Hay algunos
programas de la cadena “Horizontes” que no se pueden ver. Aunque en Cuba se
fabriquen medicamentos (factor de transferencia, spirulina, ferricol ,etc.) no
se tiene acceso a ellos, a no ser en el mercado negro. Sólo se pueden adquirir
en dólares, a elevados precios, medicamentos tan simples como vitamina C,
efervescentes, pomadas analgésicas, pastillas para la tos, etc. Los
trabajadores cubanos, “de ninguna manera pueden ir a la huelga”
(Manifestaciones de Fidel Castro el 26 de junio de 1.961 a la TV).
Si se da una vuelta por la capital (la Habana del Cerro, de Santos
Suárez, de la Víbora, de Luyanó y Lawton, de Centro Habana, Habana Vieja, etc.)
se verá una Habana en ruinas, sucia y maloliente, con basura acumulada por
todos los sitios; se verán cientos de perros sarnosos vagando por las calles;
se verán policías vigilando todas “las cuadras”; se verán colas larguísimas de
personas angustiadas para conseguir algún alimento; se verán “jineteras”; se
verá hacinamiento de la población sin apenas luz y agua.
Para terminar, dos joyas: “Había
una vez una República. Tenía sus Constitución, sus leyes, sus libertades:
Presidente, Congreso, Tribunales. Todo el mundo podía reunirse, asociarse,
hablar y escribir con entera libertad. El gobierno si no satisfacía al pueblo,
el pueblo podía cambiarlo vía elecciones. Existía una opinión pública respetada
y acatada y todos los problemas de interés colectivo son discutidos libremente.
Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de
televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo”. (Fidel
Castro Ruz en “La historia me absolverá”).
“Soy hombre poco dado al teatralismo.
Cuando personalmente sea un estorbo a esta cusa y así lo entiendan los que hoy
me obedecen, me apartaré sin vacilación porque veo en esto mucha más honestidad
y honra que andar mandando a otros y asumir jefaturas que para mí no constituyen
un placer sino un amargo deber”.
(Fidel Castro Ruz, el 30 de agosto de 1.958).
No tendría nada de extrañar que el pobre pueblo cubano se volviese histérico.
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