Se acaba de terminar el año 2019. Un año más, y un año
menos.
Pasa el tiempo a una velocidad increíble, y nos
hacemos la siguiente pregunta: ¿lo aprovechamos, o lo perdemos? La respuesta no
es nada fácil ya que, para los que consideran que lo aprovechan, para otros les
parece que lo pierden, y viceversa. Si se emplea en la indolencia y no hacer el
bien, se estará malgastando, aunque muchas personas no lo ven así, llegando a
decir incluso que la vida es corta, cuando quien la sabe emplear le parece un
tanto larga.
Como se ve, y sobre todo en estos tiempos, la ansiosa
y ávida avaricia y el afán de lucro, así como realizar y hacer trabajos
inútiles e inservibles, tal parece que está en el frontispicio de muchas
personas. Pero, claro, oiga, a lo mejor estas personas se conforman con ser los
más ricos del cementerio.
Hay personas que les corroen los vicios, la envidia, haciéndoles
caer en el precipicio de las pasiones y los ardores, amén de actuar con una ligereza
descomunal que las lleva a planear proyectos irrealizables, importándoles un
ledo, dos cominos y tres dídimos sus miserias y desdichas, y las de los demás.
Otras, generalmente pertenecientes al campo de la
política, con una labia de cháchara y verborrea, llenas de demagogia, populismo
y logomaquia, se esfuerzan para manifestar y demostrar su genio o ingenio,
perdiendo el tiempo a lo tonto, cuando podrían emplearlo en cosas verdaderas y
reales.
En fin, el tiempo pasa, pero nada se aprende. Ahí
siguen los mezquinos, los iracundos y rabiosos, los que crean enemistades,
odios, conflictos, problemas, asechanzas y emboscadas, siendo incapaces de
mirar retrospectivamente para para aprender del tiempo pasado. Con estar
rodeados de una horda de aduladores serviles, y de panegiristas y apologistas,
no les importa que pase el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario